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La última canción de Britney

A veces no hay grito más fuerte que una sonrisa de lamento. Y eso es lo que ha hecho Nico Rosberg. Hubo un tiempo, cuando empezaba con Williams y sus resultados no eran gran cosa, que el alemán llevaba el pelo rubio largo y caminaba por el paddock, como ahora por otra parte, con esos andares de modelo de lencería que tiene de herencia materna, dicen. Entonces algún piloto como Mark Webber le llamaba Britney Spears, otros sólo se atrevían con el Príncipe de Beukelaer, ya saben, el de las galletas. Pero llegó 2010, Mercedes, el reto de ser compañero de Schumacher y cambió todo.

Contaba en AS que de no haber ganado a Michael estaría en Manor, pero también decía que después del primer título querría el segundo. No hay que hacer caso a todo lo que se dice, ellos también mienten. O no cuentan todo. Y es ahí donde está el lamento y la sonrisa de Nico, en marcharse como campeón pero sin decir, sin aclarar lo que de verdad es la F1, lo que han querido hacerle, lo que no ha podido soportar más hasta el punto de dejar el sueño de su vida y tras ganar a Hamilton. Nico ha merecido el título más que nadie, lo ha ganado pese a unos cuantos, y se va (también) porque a veces es mejor sentir tu propia vida que pasar a la historia, ser una persona que una leyenda, irse cantando, aunque sea por Britney Spears... ¿Hasta siempre Nico?