El Kashima pone a Japón en el mapa del fútbol mundial
El rival del Madrid en la final ha protagonizado el suceso de este Mundial de Clubes. Superó la gesta del Auckland, que quedó tercero en 2014.
Aún no ha trascendido un hecho. Si los monjes del Templo Kashima Jinju vieron el partido en directo desde sus austeras celdas. De otro modo es difícil explicar el milagro: el representante local se ha colado en la final tras derrotar, por este orden, a Auckland (2-1), Mamelodi (2-0) y al campeón de la Libertadores, el Atlético Nacional de Medellín (3-0). Fíjense en su curioso escudo. Un ciervo luce una imponente cornamenta. Kashima se encuentra en el sagrado valle de los ciervos, incluido éste en la parcela que pertenece al templo que da nombre a la ciudad y en el que habitan estos animales que simbolizan la paz y la tranquilidad.
El Kashima pertenece a una ciudad de 60.000 habitantes que presume de feudo, el Kashima Stadium, construido para el Mundial de 2002, con capacidad para 45.728 espectadores. En la Federación Japonesa ha sido muy celebrado que se colaran en la final. Ha sucedido en el momento preciso para poner al fútbol del archipiélago en primer plano del escaparate mundial justo cuando el patrocinio del Mundial de Clubes ha cambiado. Toyota no pudo competir con el dinero que ofrecía la compañía china Alibaba y ha perdido la seguridad de celebrar la competición allí (donde se habían disputado siete de las once ediciones), lo que era un espaldarazo para desarrollar el fútbol allí. La próxima, muy probablemente, será en Emiratos, y de allí podría viajar a China.
La hazaña del Kashima es aún mayor si se pone en perspectiva con lo que ha sucedido en la liga japonesa este año. Fue tercero, a quince puntos del líder. Pero el nuevo sistema de liguilla final para establecer al campeón le ofreció la posibilidad de dar la campanada y ganar el títulos a tres días del Mundialito.
El equipo japonés no se había movido de Osaka durante todo el torneo. Ayer llegó en tren a Yokohama y tuvo día de descanso. A partir de ahora sus entrenamientos se inundarán de periodistas, se comenzará a hablar de las virtudes del fútbol japonés… y hasta los monjes sintoístas del templo Kashima Jinju tendrán su cuota de publicidad.