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La Real le pegó todo un repaso al Barça

La Real de Eusebio es el equipo del momento. Libra por libra, el que mejor está jugando al fútbol en nuestra Liga. No tiene a Cristiano ni a Messi, por eso no es líder, pero con cualquiera de los dos quizá lo fuera. Anoche dio un curso de fútbol ante el Barça, al que desarboló durante prácticamente todo el partido. No ganó porque perdonó muchas ocasiones (dos de ellas fueron a los palos), porque le anularon mal un gol y porque el Barça tiene arriba lo que tiene. Esta vez le bastó con una gran escapada de Neymar, con centro al área y perfecto remate cruzado de Messi para salvarse de la derrota. Pero lo que no salvó fue la imagen.

Piqué, al final del partido, reclamaba más actitud, sobre todo en la primera parte. Tenía razón posiblemente, pero la actitud necesita de fe en lo que se hace, y la fe en lo que se hace viene del orden de juego. Los problemas de actitud son difíciles de separar de los problemas futbolísticos, y me parece que el Barça los tiene. No se sitúa bien en el campo, no se encuentran unos a otros, pierden fe en la presión, fallan en la entrega. Tienen arriba tres delanteros formidables que arreglan muchos partidos, pero cuando el agua sube, como pasó anoche, el equipo naufraga. No siempre va a arreglar los partidos Messi, de abajo a arriba.

El empate nos coloca ante el Clásico con seis puntos de distancia, una perspectiva feliz para los madridistas, pero algo decepcionante para la expectativa tan universal que siempre crea este partido. El Barça sale de su pesadilla anual de Anoeta con una nueva mancha en su expediente y encima con dos titulares tocados, Jordi Alba y Piqué, que acabaron el partido maltrechos. Su permanencia en el campo fue un signo más de la falta de confianza que tiene Luis Enrique en la segunda línea. Parece que tras el once titular no hay muchos de los que se fíe plenamente. En eso le gana Zidane: tiene a todos enchufados, todos se sienten útiles.