Caracol Radio
NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

No se puede explicar con palabras...

No recuerdo cuál fue la primera vez que pisé el Calderón, qué partido. El tifo sí: “Bendita locura”, decía. Desde entonces lo pienso: no hay oxímoron más bello. Locura bendita ésta llamada Atleti. Bendito equipo. Quién no haya pisado el Calderón, quizá, no pueda entenderlo. No hay palabra que pueda resumir qué es, que pueda contar eso que hace sentir. No existe. Sólo vale un consejo: “Ve y vívelo”. Vete y lo entenderás. Y que sea pronto. En un año, el estadio será polvo, un agujero, nada. Cada vez le queda menos. Y yo no puedo evitar pensarlo en cada partido que pasa.

Tampoco podía evitar pensarlo ayer, mientras veía a los jugadores ir saliendo poco a poco al césped, desperdigados, para el último entrenamiento antes de este partido. Gabi, Godín, Koke y Juanfran por aquí. Torres, Saúl y Giménez por allá. Grizi, Filipe, Tiago. Estaban todos en círculo cuando del túnel emergió Simeone. La noche caía sobre la grada vacía y bajo los focos había un silencio litúrgico especial: no hay nada más triste que ver cómo un estadio se va. Tantos momentos, goles, partidos, personas.

Hoy, si la Champions o la Copa no lo impiden, el viejo estadio vivirá su último derbi y el Madrid es como ese ex con el que siempre habrá algo pendiente. Y no hablo de Lisboa. Y no hablo de Milán. Hablo de todo, de más allá, de 113 años de historia. El Madrid es el rival, el gran rival. Aquí, en El Metropolitano o La Peineta, siempre, hasta que la vida dure. Ojalá que el Calderón pueda hoy cerrar sus 50 años de derbis en Liga con una victoria. No hay palabra que explique qué significaría. O sí, quizá sí: de nuevo ese oxímoron. Locura bendita.