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¿Se imaginan lo que hubiese sido del Madrid sin Cristiano en la era Messi?

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El fichaje de Cristiano. El pasado domingo, Pedja Mijatovic acudió al palco del Bernabéu acompañando a un amigo para ver el Real Madrid-Leganés. El montenegrino y Carlos Bucero, su mano derecha durante su estancia en el club blanco, junto al hoy número dos de la entidad, José Ángel Sánchez, fueron los auténticos artífices del mejor fichaje de la historia del Real Madrid, desde el de Alfredo Di Stéfano. En el lugar más insospechado de Portugal, Cristiano y Jorge Mendes se citaron con José Ángel y Bucero para lograr la firma que cambiaría la historia reciente del club. Este acuerdo de renovación de CR hasta 2021 es un acto de justicia y la constatación del fichaje más rentable, a nivel deportivo y económico, la ecuación que todo gran club pondera. Su renovación sólo puede leerse como un acierto.

El director deportivo. Con sus errores que también los hubo, en la época de Mijatovic y Bucero se ficharon a Marcelo, a Pepe, a Higuaín y se trajo del Getafe a un niño llamado Álvaro Morata, en 2007. Lo fácil es pensar que un director deportivo es sólo quién ficha, a razón de un porrón de millones. De hecho, la de fichar es una labor que alcanza pocos meses al cabo del año. Un director deportivo es muchísimo más. Es quien estructura toda su parcela, desde el primer equipo hasta el último filial, eligiendo a los entrenadores adecuados y modulando un relato coherente y a la altura de la institución. En su día a día, es quien gestiona los egos de los futbolistas, libera al técnico haciendo de poli malo y tapa algunas miserias, para que no le estallen a la entidad en la cara. Pero por encima de todo, el director deportivo es quien anticipa problemas y los resuelve en el más estricto anonimato. La parte visible son los fichajes, pero la invisible es la diferenciadora.

La eterna comparación. Resulta inevitable cruzar los caminos de Messi y de Cristiano por su estelar coincidencia temporal en la historia del fútbol. Es fútbol ficción analizar lo que hubiese sido el uno sin el otro, pero es evidente la mutación futbolística de ambos. Con el paso de los años, sin dejar de lado su imponente llegada al área, Messi se ha ido alejando de la portería, para incidir más en la elaboración. Ha ampliado su repertorio. Cristiano parece acercarse cada vez más a la portería y busca su hábitat en la zona del nueve puro. Es fácil definir, más allá de los colores, quién debe ganar el Balón de Oro, que premia al mejor del año y no al mejor del mundo. Messi cambiaría su año por el de CR, con título continental, a nivel de clubes, de selección y con un número de goles estratosférico.