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Falcao y el poder de resistir

Bogotá

A pura perseverancia Falcao se rebeló a los incrédulos. Este domingo a las 8:24 p.m. llegó a Barranquilla para unirse a la Selección en una fecha definitiva en la ilusión por la Copa Mundo de Rusia. "El trabajo paga su recompensa y es lo que he hecho todo este tiempo", aseguró tan pronto aterrizó. Ya está de nuevo en casa. Solo los más fuertes sobreviven a los golpes del destino y El Tigre es uno de ellos.

La jerarquía no se compra en el supermercado, el talento solo se potencia con los años y la experiencia está lejos de ser una elección. El fútbol -tan caprichoso como la vida misma- se lo demostró a Radamel Falcao García y de paso al resto del mundo. Una carrera a la cima sin escalas -antes de la entrada de Soner Ertek- se convirtió en una prueba sin atenuantes a la paciencia y el profesionalismo.

Hubo quienes desistieron en el camino y lo señalaron con el más temerario de los rótulos. Exjugador, dijeron. Falcao respondió a la insolencia con trabajo incansable, la fe que lo acompaña desde que era niño y el aguante de su familia que lo siguió a Manchester, Londres y de vuelta a Mónaco en donde su nombre nunca perdió la dignidad del ídolo.

Ni el United de Van Gaal o el Chelsea de Mourinho le devolvieron el brillo de la manera que el Mónaco de Jardim lo está logrando en esta última etapa en la que también ha habido retos. "Inglaterra fue una dura experiencia, pero me ha servido para crecer en todos los aspectos de la vida", dijo antes de marcarle dos goles al CSKA por Champions. Cuestión de timing porque para Falcao no hay tiempo perdido.

Celebró su convocatoria a la Selección con otro doblete en el Estadio Luis II, el mismo escenario de los tres goles a Chelsea en la Supercopa de Europa 2012 cuando las noches mágicas eran costumbre. Voló rumbo a Colombia. Pasaron tres años desde la tarde en la que festejó revoleando con furia la camiseta de la selección por el 3-3 de la clasificación a Brasil. Una eternidad en la dictadura de los resultados y las estadísticas.

Contra los pronósticos que menospreciaban el peso de su historia en la Selección y le exigían goles que refrendaran su tiquete a la Eliminatoria, aterrizó en el Aeropuerto Ernesto Cortissoz con esa presencia que mueve todo a su alrededor. La revolución Falcao está en Barranquilla y el sueño intacto. "Me levanté y mi ilusión ahora es jugar el Mundial", dijo con la convicción de siempre. Bienvenido a casa, Tigre.