Doce años de gloria en azulgrana

Ayer se cumplieron doce años del debut de Messi en la Liga (había debutado meses antes en el primer equipo en el amistoso que sirvió para inaugurar Do Dragao, el nuevo estadio del Oporto). Ese día, en el Estadi Olímpic Lluís Companys un chico menudito al que le sobraba camiseta por todos los lados saltaba al terreno de juego en el lugar de Deco. Era el minuto 82 y llevaba el 30 a la espalda. El resultado era de 0-1 para el Barça, pero lo apretado del marcador no hizo dudar a Rijkaard, por aquel entonces entrenador del Barcelona. Sabía que meter en el campo a ese chaval de 17 años y 22 días no era un riesgo. Era una apuesta segura.

Desde entonces, Messi ha pasado del 30 al 10. De hecho, es el 10 por antonomasia. Ahora ya no es frágil ni le sobra camiseta, se ha tatuado y ya no luce la melena adolescente de entonces. Ha participado en doce Ligas desde ese día y ha levantado ocho, convirtiéndose en el máximo goleador de la historia del club y del campeonato. Su influencia es tal que el sábado cuando se levantó del banquillo y empezó a calentar el público lo celebró como si fuera un gol. No se equivocaban. El gol tardó sólo tres minutos en llegar.