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Plebiscito

Triunfar en la guerra: El deporte en Colombia antes de la paz

Las victorias deportivas hicieron su propio relato de país. Este domingo los colombianos definirán el futuro de los Acuerdos de Paz.

Antonio Cervantes Reyes, "Kid Pambelé", fue campeón mundial de boxeo en 1972.
Antonio Cervantes Reyes, "Kid Pambelé", fue campeón mundial de boxeo en 1972.Getty Images

Las lecciones de historia nunca lo tendrán en cuenta, pero los triunfos deportivos hicieron su propio relato de Colombia. El tiempo les dio la magnitud que merecen porque contaron otra dimensión del país, diferente a ese acorralado por la violencia del narcotráfico, de las guerrillas, de los paramilitares y de la delincuencia común.

Las victorias morales terminaron con ese título mundial de “Pambelé” en la categoría welter junior de la Asociación Mundial de Boxeo en 1972. Su gancho de izquierda con el que pulverizó al panameño “Peppermin” Frazer en Panamá patentó la frase que le atribuyen al periodista Juan Gossaín: “El hombre que nos enseñó a ganar”

Esa pelea sirvió como el triunfo fundacional de la era ganadora deportiva de Colombia. Casualidad o no, los que siguieron estuvieron siempre bajo el manto de episodios violentos de los diferentes actores armados. Los carrerones en el Tour de Francia de los ochenta se celebraron entre la guerra contra el narcotráfico que declaró el Gobierno. Fueron epopeyas individuales como las de Lucho de Herrera en Alpe D`Huez o Fabio Parra en Lans en Vercors, que le quitaron espacio importante a la situación de orden público en los cubrimientos de los medios de comunicación.

Las alegrías en deportes de conjunto las entregó el fútbol en los finales de los ochenta. Los elogios por el estilo de juego de Atlético Nacional que Francisco Maturana extendió a la Selección Colombia le asignaron una identidad de alegría, armonía y por primera vez de efectividad. El gastado empate mundialista de 1962 venerado durante años, se cambió por el título de la Copa Libertadores y el podio de la Copa América de 1987.

Una era representada por el 10 en la espalda de Carlos Valderrama. El mejor estandarte de esa generación de marca en zona, relevos y que entendió la importancia del trabajo físico. El técnico italiano Arrigo Sacchi alabó el trabajo de su amigo Maturana.

"Arrigo Sacchi, el entrenador del Milan, ya ha visitado tres veces la concentración de la selección de Colombia. Sacchi se declara "muy interesado" por el trabajo que está realizando Francisco Maturana, el técnico suramericano, y en los entrenamientos siempre está presente uno de los ayudantes técnicos de Sacchi en el Milan, que toma apuntes constantemente", describió el Diario El País de España.

Una flor entre las espinas por el recrudecimiento del narcoterrorismo en las ciudades, del fortalecimiento de las guerrillas y la creación de los grupos de autodefensa.

El regreso a los Mundiales también resultó afectado por la violencia. En 1989 dos días antes del primer partido de las Eliminatorias para Italia 90, asesinaron a Luis Carlos Galán, precandidato presidencial. En un emotivo texto para el Heraldo de Barranquilla, su hijo Carlos Fernando escribió : “Su último pronóstico fue que Colombia le ganaba 2-0 a Ecuador en Barranquilla, con un gol en cada tiempo”. Así quedó ese encuentro que le permitió al técnico chocoano convencer a sus jugadores de su idea futbolística con la que que disputamos tres Copas del Mundo. El toque fue también nuestra identidad en el mundo.

La máxima expresión estuvo en el 5-0 frente a Argentina en Buenos Aires en 1993. La revista El Gráfico lapidó a su selección con una portada negra, pero en páginas interiores le contó a los demás, “Qué lindo es ser colombiano”. La crónica firmada por Miguel Angel Rubio, relató que “otros morenos, con aires caribeños y salsa en el alma, pasearon su alegría por Buenos Aires. Sembraron un estilo y cosecharon cinco goles y miles de aplausos en un pueblo con paladar dulce (…) ¡Qué lindo es ser colombiano!

El título de la Copa América de 2001 con sede en el país y las victorias de Juan Pablo Montoya en la Fórmula Cart, las 500 millas de Indianápolis y Mónaco en F1, acompañaron los tiempos más convulsionados de los enfrentamientos contra la guerrilla. Sus brazos en alto sosteniendo los trofeos de campeón permitieron el escape de una sociedad abrumada por los secuestros y los asaltos a las poblaciones.

El deporte de alguna forma traduce la mentalidad colectiva de una sociedad. En nuestro caso hay momentos grandes que corresponden a momentos políticos interesantes. El gran fútbol nacional surgió en la época del boom del narcotráfico pero también entrando en la apertura económica. Después hubo una decadencia, de 1996 hasta 2014 cuando hubo más guerra. En 2014, cuando aparece la selección de fútbol, los Juegos Olímpicos y el país entra en una onda de esperanza y distinta. Sí se relacionan mucho, y hay que aprender a leer que cuando se juega un partido de fútbol, se está contando un país, una identidad”, señala Omar Rincón, periodista y profesor de la Universidad de Los Andes.

Desde el inicio de los diálogos de La Paz en la Habana hace cuatro años, la cosecha de victorias deportivas se multiplicó en disciplinas individuales y de conjunto. Cuatro medallas doradas en las Olimpiadas de Londres y Brasil, el quinto puesto del Mundial Brasil 2014, los títulos de Nairo Quintana en el Giro de Italia y la Vuelta a España. Los deportistas contaron otras historias.

“Mis amigos en Inglaterra me pedían que les llevara la camiseta de Colombia con el nombre de James. Ese es el poder del deporte, de lo que hicieron en un torneo internacional como el Mundial. Fue una excepción pues casi siempre se relaciona al país con otras cosas de hace mucho tiempo”, explica el periodista inglés Carl Worswick, corresponsal en Bogotá de ESPN FC y WorldSoccerMag.

Colombia definirá este domingo si aprueba los pactos entre el Gobierno y las Farc.