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Un prisma preocupante

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El espléndido partido de Dortmund, muy superior a los habituales en la primera ronda de la Liga de Campeones, manifestó el potencial del Borussia, un equipo con varios de los chiquillos más prometedores de Europa, y la irregularidad del Real Madrid, que ahora mismo es un prisma futbolístico. Pasa de una cara a otra sin avisar.

Con jóvenes como Weigl, Dembélé y Pulisic, el Borussia le trató al Real Madrid sin ningún respeto, cosa rara en la Copa de Europa, donde casi todos los rivales le tienen temor reverencial. La atractiva propuesta del equipo alemán explica el prestigio de Tuchel, el sucesor de Jurgen Klopp. No era una tarea fácil. Klopp había adquirido una magnitud mítica en Borussia, cuya crecida se acompañaba de un estilo enérgico y vertical. Algo de eso mantiene la edición actual, pero con menos vocación por el contragolpe y más por la posesión. En este apartado le superó con claridad al Madrid: 59% frente al 41%.

En un mundo ideal, el Borussia sería un posible campeón en tres o cuatro años, en el momento de esponjar la mezcla de sus futbolistas más prometedores con las estrellas actuales: Aubameyang, Reus y compañía. Cuesta pensar en Mario Götze como integrante de un próximo gran Borussia. Rara vez traduce en el campo lo que piensa. Es un futbolista de piernas flojas.

El Borussia tendrá muchas dificultades para retener a Aubameyang, Dembélé, Pulisic y Weigl. Es el triste destino de un club que ha traspasado a casi todas sus estrellas en los últimos años, desde Lewandosky a Gündogan, pasando por Kagawa y Götze. Los dos últimos nombres invitan a pensar en una institución generosa, con orgullo pero sin soberbia. Tanto Kagawa como Götze han regresado.

Cualquiera que sea el futuro del equipo alemán y de Tuchel, el partido demostró que estaban preparados para medirse con el Real Madrid, que se sintió mucho más exigido de lo habitual. Zidane eligió una alineación políticamente correcta, con todos los jugadores más conocidos y sólo Carvajal como representante de la cantera. Se quedaron fuera Casilla, Lucas Vázquez y Morata, tres jugadores que han sostenido o rescatado al Madrid en varios momentos del comienzo de la temporada.

El Madrid atravesó por todos los escenarios y dejó sensaciones encontradas. No es novedad. Le ha ocurrido en la mayoría de los partidos. Se vio superado por el Celta y el Villarreal en el primer tiempo, por el Sporting hasta el minuto 70 y no acabó de concretar su superioridad frente a la Unión Deportiva Las Palmas. En el magnífico estadio del Borussia, el Madrid ofreció algunos de sus mejores ratos, especialmente en el segundo tiempo, después de achicar agua anteriormente.

Hay que conceder mérito al Borussia por su vigorosa convicción, pero sorprende que el Madrid se apeara las dos veces de sus ventajas, no sólo en el resultado, sino en el juego. O le falta arquitectura, y algo de eso sucede, o no consigue sostener su juego. Durante casi 30 minutos del segundo tiempo, el Madrid jugó con tanto empaque que borró al Borussia del campo. Castigó con el rincón a su atrevido rival, pero lejos de aprovechar su evidente autoridad regresó al partido anterior, al inconveniente. Fue un Madrid de excesos: ofreció lo mejor y lo peor de esta temporada. Es un equipo que todavía no ha encontrado la llave de la estabilidad.