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Zidane triunfa, Mourinho se atasca

El Madrid ha coronado dieciséis victorias consecutivas en Liga bajo el mando de Zidane, con lo que iguala la marca previa, del Barça de Guardiola. El referente anterior, 15 victorias consecutivas, data de la 60-61, del Madrid de Miguel Muñoz. Aquel Madrid terminaba invariablemente en Di Stéfano, Puskas y Gento. El Barça que le superó era algo así como la selección campeona del mundo reforzada por Messi. Este Madrid que lo consigue tiene a Cristiano Ronaldo a la cabeza de una constelación de estrellas mundiales, alguna de las cuales (James, por ejemplo) a duras penas tiene entrada en el once.

Para conseguir algo así (no se trata ya de jornadas ‘invicto’ sino de interminable tanda de victorias) hay que tener jugadores extraordinarios. Sin ellos, no se ha dado el caso. Pero no hay que dejar de lado el mérito del entrenador, que en casos así consiste, sobre todo, en manejar bien un material muy sensible: las estrellas y sus egos. Muñoz, hasta donde sé, lo resolvió haciendo todo lo que le parecía bien a Di Stéfano, medida sabia. Guardiola se apoyó en su autoridad moral, como gloria de una cantera a la que pertenecían muchos de los suyos. Todos ellos querían, a los doce años, ser Guardiola.

Zidane ha manejado con tiento una plantilla cargada de figuras. Ha tenido la capacidad de abstraerse del presidente, aislar a la plantilla y poner a los jugadores de su lado. Se situó en el otro extremo de Benítez, cuyo servilismo no le sirvió de nada. Tomó una decisión difícil, equilibrar el equipo con Casemiro, lo que supuso sacrificar a James y a Isco, uno ojito derecho del presidente y el otro, de la afición. Curioso: esta racha empezó justo cuando entró Casemiro, peor que otros, pero necesario. Por el camino, una Champions. Polo opuesto a los modos de Mourinho (que anda atascado), Zidane triunfa.