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ATLÉTICO 5-SPORTING 0

Atlético de Madrid gana con dobletes de Griezmann y Torres

El francés, de nuevo, estuvo inmenso: otros dos goles, como ante el Celta. Volvió a marcar Gameiro. Torres cerró la goleada también con un doblete (el quinto, de penalti). El Sporting exigió poco a los de Simeone.

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Atlético de Madrid gana con dobletes de Griezmann y Torres
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El partido comenzó justo cuando la megafonía se escuchó el nombre de Simeone y se escuchó un aplauso. Y otro, y otro, y otro, así hasta 54.500, unánimes. Si antes de ayer se sabía que a su contrato con el Atleti le había recortado dos años, en el Calderón la grada habló y aplaudió hasta romperse las manos. No dejaría de hacerlo en 90 minutos cuando, ante sus ojos, el Atlético jugó los mejores minutos de la temporada. El cholismo es una religión sin ateos cimentada en cuatro años y medio de gloria y partidos como éste. Tardarán los rojiblancos en olvidarse esta última tarde 18 de Liga en el Calderón.

La primera mitad fue extraordinaria, una delicia para los ojos. La segunda, un dejarse llevar por la inercia. ¿Decían que el Atleti no tenía gol? Pues cinco. Dos de Griezmann, dos de Torres y uno de Gameiro. Así, del tirón. El Atleti tiene fútbol y gol.

Le bastó a Simeone un minuto y un futbolista, Griezmann para tumbar al Sporting en cuanto el balón comenzó a rodar. No se cansa el francés de dejar con la boca abierta, partido a partido, jugada a jugada. Ayer fue un recital. Había alineado el técnico de inicio a Carrasco y Gaitán en las bandas y Gameiro y Griezmann arriba, en una clara declaración de intenciones: ir a por el partido por la vía rápida. Dos minutos tardaron los Hombres G en comenzar su concierto, en ponerle Griezmann la música del gol.

Ayudó Isma López, que dejó suelto un balón en su campo cuando era el último defensa ante Gameiro. Pecado mortal. Metió el francés la puntita de la bota para llevarse el balón y asistir al otro francés, a Antoine, que venía solo y ni se lo pensó. Disparó y tumbó a Cuéllar. No le dio casi ni tiempo al portero del Sporting a volver a colocarse los guantes cuando volvía a recoger el balón del fondo de su red: acababa de fusilarle el otro francés rojiblanco con un zapatazo a la escuadra, que fue como un golpe en la mesa, violento. Gol(azo). Y consecuencia inmediata de lo que sobre el césped ocurría.

Con un Sporting noqueado, en la lona (ya no se levantaría), el Atlético se divertía. Da gusto verle jugar. Transiciones rápidas, verticalísimo, velocísimo, plantado siempre en cuatro toques ante la portería de Cuéllar, con Koke y Saúl muy bien en el centro, impecables en la salida del balón y los de arriba siempre recibiendo en ventaja. Daba gusto verlos. Siempre a lomos de un hombre, de un genio, de ese Griezmann, de nuevo en todas partes. A veces estaba en el centro, por si faltaba claridad en el ataque. A veces, en el último pase. Siempre en el gol.

En el 30’, cuando el Sporting intentaba levantarse en el partido, cargó de nuevo la pierna y y volvió a fusilar a Cuéllar. Qué zurda. Qué futbolista. Mientras, de fondo, el Calderón había cambiado los aplausos por un grito, “Ole, ole, ole, Cholo Simeone”, también unánime.

La segunda parte fue una continuación de la primera, con Torres haciéndole los bises a Gameiro y Griezmann ante un Sporting deshecho. Fue pisar El Niño el césped y en tres minutos había hecho el cuarto en una jugada maravillosa que comenzó con Filipe, siguió con Correa gambeteando a todo aquel que se encontrara en veinte metros y terminó con El Niño regalándole su primer gol al Calderón dela temporada. Nosería el último. En el descuento, Lillo derribaba a Gaitán en el área, el árbitro pitaba penalti y Torres hacía el quinto mientras la grada se deshacía y Oblak se iba con los guantes inéditos.

Le quedan al Calderón sólo 17 tardes de fútbol en Liga. Y ojalá todas las que quedaran fueran como ésta, pensará el viejo hormigón.