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Los caminos cruzados de Michel y Figo

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Dos leyendas comenzaron caminos inversos hace veintidós años, en la eliminatoria Real Madrid-Sporting de Lisboa de la Copa de la UEFA. Era el duelo estrella de la primera ronda de la competición, antes de oficializarse los torneos europeos por liguillas, producto de la astucia recaudatoria de la UEFA y de su derrota en el litigio con el jugador belga Marc Bosman. Una derrota en toda la regla (Bosman ganó el pleito en los tribunales ordinarios y su victoria acabó con las restricciones al cupo de jugadores extranjeros en el fútbol europeo) se transformó en la creación de la Liga de Campeones y posteriormente en la Europa League. Es decir, en el impresionante negocio que hoy es el fútbol. Pero eso ocurrió un año después de la eliminatoria que significó la irrupción en el escaparate europeo de Luis Figo y la pérdida de la titularidad de Michel en el Real Madrid.

No se sabía nada, pero en el ambiente flotaba la sensación de partido importante, con consecuencias. El Real Madrid se había alojado en Estoril para la vuelta del primer encuentro. El 1-0 de la ida en el Santiago Bernabéu se antojaba corto para el equipo de Jorge Valdano, que acababa de debutar como entrenador de los blancos. Después de cuatro años por detrás del Barça en la Liga, el Real Madrid pretendía acabar con la hegemonía del equipo de Johan Cruyff. Era un Real Madrid sometido a varias transiciones. Había muy poco dinero en sus arcas, la deuda era colosal y a duras penas podía competir en los fichajes con los grandes equipos de Europa, con los italianos a la cabeza.

La Quinta del Buitre agotaba su talento. Martín Vázquez había regresado después de su periplo por el Torino y el Olympique de Marsella. Raúl comenzaba a asomar en los partidos amistosos. El declive de Butragueño parecía evidente. Aunque Sanchís se imponía a Rafa Alkorta como titular, el único intocable era Michel, indiscutible dueño de la banda derecha durante los diez años anteriores. Nada permitía suponer que en el viejo Alvalade figuraría entre los suplentes.

Días antes, en el partido del Bernabéu, había llamado la atención un intrépido extremo. Se llamaba Luis Figo. Venía con cierta fama. Formaba parte de la famosa Generación de Oro que había dominado el fútbol juvenil a caballo de los años 80 y 90. Joao Pinto, el ligero mediapunta que el Atlético de Madrid fichó en medio del entusiasmo de su hinchada, tenía más prestigio mediático, pero era peor futbolista. Eso se supo después. Aquel primer Figo, el que apareció con 21 años en el Bernabéu, era rápido, valiente y directo. Enseguida transmitió la impresión de los jugadores especiales.

En sus primeras semanas como entrenador, Valdano intentaba fijar un equipo con algunas novedades. Quique Sánchez Flores y Michael Laudrup habían llegado libres en el verano. Fernando Redondo, la gran apuesta de Valdano, se lesionó de gravedad días antes del encuentro. Luis Enrique había sido el lateral izquierdo en el primer encuentro, en el que Michel fue sustituido tras el descanso. Se interpretó como algo efímero. El Sporting, con sus prometedores jóvenes y un grupo de veterano liderados por Océano, generó juego y peligro en el Bernabéu.

Durante años, el Real Madrid había gravitado alrededor de Michel en la banda derecha, como le ocurrió al Manchester United con David Beckham. No le faltaron críticos, pero abundaban los ardientes defensores. Su peso en el equipo era tan indiscutible que la noticia de su ausencia en el equipo provocó un seísmo a todos los niveles. Luis Enrique ocupó su lugar en Alvalade. Lasa fue el lateral izquierdo. El Real Madrid se vio obligado a manejar una corta ventaja en medio de un clima casi violento.

Figo fue incontenible. Emergió a los ojos de toda Europa. Recibió una oferta de la Juve y Valdano recomendó su fichaje como una prioridad. Al final, Figo fichó por el Barça. Michel salió en la segunda parte de un partido angustioso, dominado por el Sporting de Lisboa. Por esas cosas extrañas del fútbol, al Madrid le salvó un cabezazo de Laudrup, lo último que cualquiera podría esperar del elegante futbolista danés. Fue menos un cabezazo que una originalidad de Laudrup, que clavó una vaselina con la cabeza que superó al portero y a un desesperado defensor en la raya. Dos meses y medio después, Michel se rompió los ligamentos en la rodilla. Atrás quedaba una carrera excepcional...