Rafa Nadal cae con Pouille y cierra un segundo año sin un grande
Quedó varado en octavos en el tie-break del quinto set, tras más de cuatro horas y ganando los mismos puntos que el inspirado francés: 6-1, 2-6, 6-4, 3-6 y 7-6 (6).
Fue un final de nervios, taquicárdico. De comerse las uñas después de más de cuatro horas de tenis gourmet. Pero con un desenlace trágico para Rafa Nadal, que cayó frente a Lucas Pouille en la muerte súbita del quinto set: 1-6, 6-2, 4-6, 6-3 y 6-7 (6). El español quedó varado, esta vez dejando la sensación de que de no haberlo matado el francés habría seguido más fuerte en Nueva York, en la frontera de los octavos. Un segundo curso sin conquistar uno de los cuatro torneos de Grand Slam. El último fue Roland Garros 2014.
El español, con la rabia de un recién llegado, peleó siempre por sobrevivir al fuego de Pouille, 22 años y 25º, que anunció al mundo en el impresionante escenario de la Arthur Ashe que puede ser alguien. Que ha nacido una estrella.
Nadal, en otros partidos similares a finales del año pasado o principios de este curso, habría sucumbido con facilidad ante el nivel que se sacó de la chistera el normando. Pero llegó a Flushing Meadows con el físico y mentalidad necesaria para pelear, como demostró en los Juegos de Río, donde recogió el oro en dobles como una vitamina. Pudo ganar cualquiera. Lo constata que ambos firmaron el mismo número de puntos, 156. Más apretado imposible.
Pouille sacó mano de prestidigitador ya en el primer set, que se adjudicó fulgurante. Con aplomo cuando iba por delante y facilidad para irse a la red (38/63). Venía de ganar a Roberto Bautista en cinco mangas, pero no acusó el esfuerzo ante un Nadal también excelente y agresivo (38/48 en la red, 52 winners, 72% de ganados con primeros). Ante Raúl González Blanco, el eterno 7 del Madrid que ocupó su box, sacó orgullo de campeón y tenis brillante. En la cuarta manga, en la que consiguió dos breaks por uno del normando al que vigiló Yannick Noah, capitán de Davis, desde la grada, el campeón de 14 grandes llegó a mostrarse esplendoroso.
Con esa tensión, el pulso se fue al tie-break, y ahí Nadal comenzó 1-4 abajo. Con el público en pie y los corazones encogidos. Llegó a salvar tres bolas de partido. Pero estrelló una bola fácil en la red que le dio una cuarta a Pouille. Fue su sentencia. Una despedida cruel, porque su nivel no mereció esta vez marcharse en el ecuador del torneo.