Hernán Peláez
Botaratas
Así se califica aún a las personas que son "manos largas" con su billete. Gaste y gaste, muchas veces sin necesidad. Esto fue el más adecuado calificativo que encontré para definir el triunfo de Colombia sobre Venezuela por apenas 2-0.
Botamos opciones de gol, por Muriel, Bacca y hasta Cuadrado, en acciones en movimiento y ni recordar el desperdicio de dos penas máximas en el segundo tiempo.
Sé que ganar es lo más importante en esta empresa de buscar clasificación para el Mundial venidero. Y ganar puede que tape las inconsistencias vistas en el partido y es obligación de los responsables de la Selección, ajustar mecanismos en definición, más cuando nuestro rival a la vista es Brasil, que con certero triunfo en Quito, advirtió de la recuperación del grupo dirigido ahora por Tité.
Vi trabajos interesantes de algunos jugadores, comenzando por David Ospina, eficaz impidiendo dos opciones de los venezolanos. Bueno el trabajo de Oscar Murillo, sin elegancia, pero efectivo en los rechazos y cierres y el apoyo de Farid Díaz. Carlos Sánchez siempre fue reconocido por su trabajo para desarmar rivales, quitar el balón y entregarlo.
Muriel, por encima de lo que perdió frente al arco rival, lució por la zona izquierda, arrancando y en los primeros cuatro minutos acercando el grito de gol. James, con la derecha y en el cierre del primer tiempo, provocó el desahogo, que siempre produce el ver cómo pasan los minutos y no se concreta.
Gol de enorme valor sicológico, porque no dio tiempo de reacción al contrario. Si Macnelly no se destacó mucho, pidió un centro que llegó y lo tradujo en el 2-0, para llevar tranquilidad a todos.
Fue a la larga un juego extraño, porque el 2-0, no refleja lo visto en el campo. Colombia dispuso de por lo menos diez remates, que merecían otro epílogo. Claro que a los goleadores se les "cierra" el arco y no es solamente a los nuestros.
Bacca, Muriel y Roger Martínez, en una, no contaron con suerte, si se admite. Menos mal, lamentar esa práctica de botaratas, es una simple anécdota. No todos los días se repite una historia similar. Ganar 2-0 fue bueno. Mucho mejor hubiese sido vencer con contundencia o goleada si se quiere, porque el partido estuvo para eso.