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La nueva ecuación del Madrid

El Real Madrid ganó en Anoeta con goles y empaque. Victoria indiscutible, de las que ilusionan a los aficionados. No hubo dependencias. Todos jugaron bien y Bale marcó diferencias en los remates. Funciona con más seguridad que nunca. El equipo tuvo orden y vigor para presionar, velocidad para contragolpear y firmeza para defenderse. Dejó buenas noticias en todas las zonas. Quizá la más reseñable fue el impacto de Carvajal, Asensio y Morata en un partido sin Cristiano, Benzema y James. Zidane eligió a Asensio y no al colombiano, que salió de Anoeta con el cartel de transferible. O él, o Isco.

La relación del Madrid con su cantera ha sido objeto de debate desde tiempos inmemoriales, controversia que se ha agudizado en los últimos años. Un sector considera que la magnitud del club es de tal calibre que no debería ocuparse de minucias como la formación de jugadores. Según este criterio, la cantera es el mercado global. Desde el otro frente se apunta a los beneficios que los jugadores locales han procurado históricamente al Real Madrid. Por lo que se vio en Anoeta, hay nuevo material para la polémica.

Aunque en términos estrictos no pertenece a la cantera del Real Madrid, se puede hablar de Asensio como un producto local. El club pagó cuatro millones de euros por su fichaje hace un año y medio. Carvajal, integrante de la factoría madridista desde la más tierna infancia, regresó después de su excelente temporada en el Bayer Leverkusen, que había desembolsado 6,5 millones por el lateral. La recuperación costó 7,5 millones. La Juve adquirió a Morata por 22 millones. Dos años después, ha vuelto por un precio de 30 millones. El balance total de las tres operaciones es de 13 millones, un regalo sensacional.

Nadie se alegró más que Julen Lopetegui, nuevo seleccionador español, de la excelente actuación de los tres jóvenes jugadores en Anoeta. La selección se despidió muy pronto de la Eurocopa y dejó mustia a la afición. En dos semanas comenzará el ciclo mundialista, con un nuevo entrenador y bastante incertidumbre con respecto al futuro. A Lopetegui no le convienen las dudas. Los tres jóvenes del Madrid le resolvieron unas cuantas. Están impecables.

Carvajal confirmó su autoridad en la derecha. Tiene el aspecto de los laterales a la antigua (pequeño, ágil y tenaz), pero ofrece todo el repertorio que se requiere en el fútbol actual: despliegue, impacto en el juego de ataque y claridad en sus decisiones. Morata es un jugador tan infrecuente en el fútbol español que se le puede catalogar de novedoso. No se recuerda un delantero tan rápido y potente a campo abierto, un producto de la España de la proteína. Aunque tiene que afinarse en los espacios reducidos, sobre Morata pesaba la duda de su carácter. Se le ha percibido como un jugador un tanto aniñado, sin fiereza, característica decisiva en el Madrid. Frente a la Real Sociedad fue un adulto en toda regla. Resultó incontenible. 

Asensio debutó en Primera con el Madrid. Fue titular en una posición que perfectamente pueden ocupar Isco y James. Estaba, por tanto, bajo el microscopio de la crítica. Salió ganador de todos los desafíos. No se distingue por su participación, pero sus intervenciones casi siempre mejoran la jugada. Conduce de maravilla, rompe líneas, utiliza el cuerpo como un veterano, tiene pase, remate de media distancia y mucha clase en la definición. Eso ya se sabía. Lo difícil es ofrecer ese repertorio en el Madrid, una camiseta que impone. A esa incógnita respondió Asensio con una naturalidad inhabitual.

Quedó claro que los tres están en condiciones de aportar grandes cosas al equipo. Son tan buenos o mejores que sus competidores en la plantilla. Eso es lo fundamental. Agregan además el Factor X, ese intangible que todavía suponen los buenos jugadores locales en los grandes equipos, aunque parezca una contradicción en los tiempos del libre mercado y la globalización.

La historia avisa, sin embargo, del detalle básico que siempre ha separado a los buenos equipos de que han marcado época. Desde el Ajax de los años 70 al imperial Barça de Guardiola, pasando por el Milán de Baresi, Maldini y Costacurta, los ciclos inolvidables han correspondido a equipos caracterizados por sus grandes estrellas, pero articulados por jugadores de la cantera. Es una ecuación que ha funcionado como un reloj a través de las décadas y que el Real Madrid está ahora en condiciones de aprovecharla, siempre y cuando olvide algunos de sus impulsos estrictamente mercantiles.