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La sanción de la FIFA dejó una herencia

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De Sergi Roberto se llegaron a decir muchas cosas. Que si no valía, que si se había quedado estancado, que era otro futbolista sobrevalorado que vivía de haberse formado en La Masía y que lo mejor que podía hacer era abandonar el Barça. Afirmaban que ese no era equipo para un chaval como él, pese a  que llevaba desde los 13 años empapándose de la filosofía de juego del equipo. Todos esos que se atrevieron a criticar aahora lo ven como imprescindible en el equipo actual, un jugador total y un recurso para Luis Enrique.

Hace un año, el Barcelona venía de una estancia de 10 días por Estados Unidos y trataban de encajar el golpe impuesto por la FIFA de no poder fichar por un año. Se habían comprado las fichas de Arda y Aleix, pero no se podían inscribir. Así que el entrenador tiró con lo que tenía, que no era poco, pero ejecutivos y técnicos reconocían que el fondo de armario era escaso. El bloque necesitaba algo más que un esfuerzo y la sensación de que debían reinventarse en más de un caso. Algunos decían que el canterano iba a tirarse de la moto, que habían entrenadores y clubes que creían en él, pero su idea fue la de quedarse. Y no se quivocó. El Barça sufrió en ese momento, pero la sanción de la FIFA dejó una herencia: Sergi Roberto.