Histeria si se gana o se pierde

Dos hazañas que festejó el fútbol terminaron con episodios pasados de revoluciones por cuenta de sus protagonistas.

Algunos jugadores del Tottenham Hotspur respondieron con juego brusco a la actitud con la que Chelsea empató el partido que le dio el título de la Premier League al Leicester.

Diego Simeone, alabado por su campaña con el Atlético en la Champions League que lo puso en la final de Milán, se rindió ante los nervios por el apretado final ante el Bayern en Munich con un empujón a uno de los comisarios de su equipo antes del último cambio.

Eso en Europa. De este lado, en Medellín la clasificación a cuartos de Libertadores del Atlético Nacional de campaña inmaculada terminó en ebullición por las quejas de un rival al que le sobró corazón para jugar al fútbol pero cabeza fría para aceptar la eliminación.

Los reclamos de Huracán por un arbitraje cuestionado se mancharon por las patadas y golpes directos de auxiliares que en sudadera negra caldearon aún más el ambiente.

Con logros como los del Atlético o el fair play del Chelsea, el fútbol es capaz de atraer nuevos públicos y recordarnos que la pelota está por encima de todo. Pero por momentos la histeria domina. No importa si gana o se pierde.