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Los 31 puntos en la tabla de posiciones le dan tranquilidad a Millos, porque está próximo a instalarse en las finales. Este es un detalle importante, sin desconocer la forma como terminó jugando en su derrota ante Envigado.

A muchos nos pasa, que en determinado día, amanecemos apáticos, como si quedarse en la cama fuera la mejor opción. Y eso lo vivió este plantel. Nunca antes se vieron detalles de distracción, cayendo en repetidas ocasiones en fuera de lugar en la complementaria especialmente.

Desorden en el medio campo, donde Carrascal cometió un error y el Envigado lo cobró por ventanilla en un movimiento rápido de Ray Vanegas y allí, con el 2-0 en contra, los azules se desentendieron del partido. Era uno de esos partidos, donde no se veía por donde descontar. Silva, se vio cansado, Robayo pasando al ataque a destiempo y Núñez sin ofrecer ningún centro para Rangel, mientras “Manga” Escobar quiso asociarse con Machado, sin efecto positivo.

En el lado opuesto, la juvenil formación de Envigado, lució concentrada, atenta a los espacios enormes ofrecidos por el sistema defensivo. Angelo Rodríguez, con su presencia y movilidad mantuvo sin "salida" a la pareja de centrales y en general, el equipo Naranja pensó bien el partido, interpretó mejor el juego y resultó efectivo.

Es cierto que Millonarios extravió la línea de juego que habíamos visto recientemente, pero diría que no es para alarmarse. Cuenta con buena cosecha de puntos y debe el técnico Israel refrescar la titular. La mala cara de Estrada al ser relevado, es para interpretarlo como las ganas del jugador para seguir. Esa reacción es mejor que una actitud pasiva, cuando al jugador le da lo mismo jugar o no.

Millos tendrá que identificar esta derrota como un tropiezo y nada más. Pero ya se nota que algunos jugadores están pagando precio a la seguidilla de partidos. No es disculpa ni mucho menos. Es una voz de alerta para el grupo. Cuando un equipo está sin concentración, los errores afloran y los reclamos también.