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BogotáActualizado a

En cuestión de minutos, Millonarios consiguió cambiar el panorama y ganar los tres puntos con jerarquía y alcanzar el primer lugar de la tabla de posiciones y superar la barrera de los 30 puntos. Noche redonda y lluviosa.

En la inicial, fue Junior el equipo que estableció las condiciones. Cuando se habían disputado apenas cinco minutos, los barranquilleros llevaron peligro al arco azul. Ordenados, con buen ritmo y dinámica consiguieron el 1-0 en un remate de Ovelar a la base del poste derecho de Vikonis, quien llegó tarde. Algunos jugadores locales ,como Rangel, Núñez y Silva, no lograban 'meterse' en el juego.

Llegó el segundo tiempo y allí Millonarios se sacudió y fue Rangel el que resucitó en su efectividad. Habitualmente el buen cabeceador siempre exhibió ubicación a los centros de Núñez. Pero esta vez recurrió a una faceta desconocida. Remates de frente al arco con pie derecho.

El segundo fue un golazo, poniendo la pelota en la llamada cruceta del arco de Viera. Después, y a distancia, puso la pelota a ras de piso y en la base del poste derecho para determinar un 3-1 justo por lo visto, advirtiendo un gol en el empate transitorio de Robayo, peinando un centro corto.

En Millos hay un jugador que últimamente tiene la suerte de ingresar y ayudar a cambiar la cara al funcionamiento del equipo: Rafael Carrascal, un volante mixto, según lo llaman los entendidos. Es de primera línea porque apareció para reemplazar a Blanco, quien se 'salvó' de la segunda tarjeta amarilla y expulsión, por falta sobre Vladimir.

No sé si el técnico Israel lo excluyó porque conocía del riesgo o porque Carrascal ofrecía otras opciones para la salida del equipo. Además, Carrascal entrega el balón con acierto y organiza mejor el arranque.

En Junior, Alexis Mendoza debe revisar las zonas donde consiguió Millos los goles. Los volantes de primera línea y la pareja de centrales dieron espacio y ventajas que fueron aprovechadas por el nuevo líder.

Cada día Millos, a punta de repetir la nómina, consigue no solamente estabilidad de grupo, sino más coordinación. Los triunfos van adobando las esperanzas de entrar en la pelea por el título.

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