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Una vez más se comprobó aquello de..."los partidos duran hasta que terminan." En el último suspiro, 93 minutos el empate mortificaba a Millonarios que encontró un equipo correlón, bien preparado físicamente que lo apretó y lo puso a sudar en el primer tiempo.

Seguramente Robayo uno de los salarios más altos en el plantel, pensaría ¿Por qué yo en el banco de suplentes? Ingresó por la lesión de “Manga” Escobar y quedó pleno, conforme, satisfecho con el gol conseguido para el triunfo.

El arquero Serna, dio rebote en su área y no el único en el partido. Siempre rechazó hacia el centro de su zona, cometiendo pecado grande para los de su puesto. Y así lo pilló Robayo y se acabó.

Sin embargo, me asalta una pregunta o duda. Como no conversó con el técnico, respeto sus razones. Pero, ¿por qué desde el comienzo en Bogotá, no muestra más propuesta ofensiva?

Núñez, Agudelo y el mismo Escobar, bien pueden integrar, como ocurrió promediando el segundo tiempo, una delantera capaz. Jugar con un solitario hombre arriba es colaborar para que el rival venga a proponer, más cuando dispone el Tolima de jugadores livianos y rápidos. El visitante tomó la iniciativa y después del gol, por error de Vikonis y un zaguero, Tolima se envalentonó y puso las condiciones.

Ochoa esta vez, fue poco la ayuda que entregó, él que siempre pasa al ataque. Quiñones en cambio cumplió destacado papel, formando sociedades y relevos con Manga por el sector izquierdo.

Así como cuestionó el plan de juego, muy conservador del primer tiempo a Israel, también debo preguntar a Gamero, ¿por qué excluyó a Marco Pérez que venía haciendo buen trabajo y sobretodo colaborando con los jóvenes pijaos? ¿Por qué?

Millos ganó en el último instante porque aplicó aquello de "los partidos acaban cuando terminan". Esa premisa le sirvió para más que ganar, rescatar tres puntos.