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Bogotá

La última vez que había visto a Millonarios jugando por fuera, advertí sobre las modificaciones a las que estaba obligado para mejorar su esquema y que de paso esperaba verlo actuando como local, obligado a responder ante sus hinchas.

Como ocurre, la hinchada azul respondió, soportó la lluvia y cantó dos goles que le permiten estar en la parte alta de la tabla.

¿Dónde mejoró? Primero, en los saques desde el arco. Vikonis mostraba mucho afán por sacar con pelotazos largos el balón a zona derecha, buscando aprovechar la velocidad de Núñez. Como este no jugó, prefirió entregar el balón a sus laterales o a Carrascal y abandonó la costumbre de 'dividir' la pelota con los contrarios.

Segundo: con Carrascal -de gran regularidad- y el apoyo de Blanco se apreció más seguridad en la contención. Estrada dio más juego, apoyando la salida de Ochoa y 'Manga' Escobar. Aplicó su velocidad, enganche y entendió el apoyo de Quiñones por la izquierda. Tanto así que el primer gol fue una jugada entre ambos.

Es comprensible la deuda que mantiene Ovelar con el juego. Se ahoga y le falta adaptación a la altura. Al joven David Valencia, que formó pareja con Cadavid, tuvo buen comportamiento.

Hechas estas precisiones puedo afirmar que mejoró, y bastante, respecto a su salida como visitante. Es justo reconocer que Jaguares dio pelea, sobre todo en el primer tiempo, y que algunos errores del arquero López no fueron aprovechados por Millos. 

Como para la construcción de un edificio se necesitan andamios, Millos ya los tiene y parece haber encontrado el camino y el grupo de jugadores capaces de entregar una buena campaña.

Hasta el juez Roldán se fue contento porque el partido fue limpio y de entrega. Pitó bien la pena máxima y expulsó, supongo, por injuria a jugador de Jaguares. Millos tenía el compromiso de ganar y gustar en El Campín y cumplió.