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Luis Suárez vs. los poderosos

Picnic mediático, show de buenas maneras, hipocresía disfrazada de apego a la norma: los ejecutivos de la Fifa en una de sus peores dramatizaciones. El 26 de junio de 2014, los 19 miembros del Comité de Disciplina, conformado –entre otros- por representantes de asociaciones tan futboleras como Singapur, Islas Caimán, Pakistán, Hong Kong, Tonga e Islas Cook decidieron condenar a Luis Suárez al exilio. No solo lo suspendieron durante 9 partidos oficiales con su selección, sino que le prohibieron cualquier clase de actividad relacionada con el fútbol durante cuatro meses. El uruguayo salió de la concentración como un delincuente, pero esos estaban en otro lado.

Las cámaras de televisión siguieron la desoladora escena a la distancia. “Me mataron”, le Luis Suárez a Edgardo 'Miguta' Di Mayo justo antes de abrazarlo. El utilero le pasó el brazo por encima del cuello, recostó la frente en su hombro mientras con la otra mano se sostenía de la barandilla del balcón. Ambos necesitaban contención. El jugador tenía que dejar el equipo cuando la Copa del Mundo seguía siendo una opción e ilusión para Uruguay. Los señores de traje decidieron que la pena por el mordisco a Chiellini era el destierro de la concentración, del Mundial…

Parece una historia terminada, pero casi un año y medio más tarde, cuando Suárez a fuerza de un talento -que roza la genialidad- recupera el reconocimiento que merece y la Fifa patalea para no ahogarse en un escándalo de corrupción en el que las excusas de siempre se devaluaron, todo indica que el tiempo puso las cosas en su lugar.  17 meses atrás pocos levantaron la mano por el uruguayo. La mayor parte de la prensa lo condenó, una fracción lo respaldó y la restante se dedicó a publicar memes. Por supuesto, ningún dirigente suramericano tuvo la intención de cuestionar una decisión a todas luces desproporcionada.

Fue memorable la intervención de Óscar W. Tabárez, tras la expulsión del jugador. Evidentemente, el técnico de Uruguay tiene un vínculo personal y profesional con Suárez que hace que su posición pueda ser cuestionada, sin embargo, sus palabras fueron contundentes. “Hay acosos que parecerían ser eternos. Todos sabemos dónde está el poder, eso no se discute (…) No discutirlo no quiere decir aceptar y no enfrentarse al uso indiscriminado y tendencioso de ese poder por parte de un órgano que debe impartir justicia”, dijo antes de renunciar en vivo y en directo a su cargo en la Comisión de Estrategia de la Fifa. “No es prudente coincidir en una organización con personas que presionaron para promover este fallo, que manejan criterios, procedimientos y valores muy diferentes a los que yo creo tener”, agregó.  Rebeldía en el momento justo.

Diciembre de 2015. Las malas costumbres de los dirigentes de la Conmebol ponen en riesgo la estabilidad del fútbol sudamericano. Desde Nueva York la fiscal general de Estados Unidos, Loretta Lynch, amplia la lista formal de acusados por corrupción (van 23) y avisa que no se saldrán con la suya. Entre los procesados aparecen nombres que alguna vez fueron intocables: Juan Ángel Napout, presidente de la Conmebol; Ricardo Teixeira, expresidente de la Confederación de Fútbol Brasileño; José Luis Meiszner, mano derecha de Grondona y secretario de la Conmebol, entre otros. El negocio era recibir sobornos a cambio de derechos de transmisión de los grandes eventos usando incluso el sistema financiero estadounidense (gran error).  De la cúpula no queda nadie en pie.
 
El caso de Bedoya, presidente de la Federación Colombiana, y el de Jadue, presidente de la Asociación Chilena, son de los más llamativos. Ambos se plantaron frente a la prensa para afirmar que no tenían nada que ocultar, se declararon inocentes y hasta desafiaron a que se revisaran sus movimientos financieros. Días después, volaron rumbo a Estados Unidos para adelantarse a lo inevitable. Rendidos ante la evidencia del FBI aceptaron cargos, entregaron dinero y delataron a los que antes eran sus socios a la hora de cobrar. Se supo además,  que se revelaron ante los poderosos de la Conmebol no por que hubiera corrupción, sino por que la tajada no era la que esperaban. El abuso llegó a un nivel de obscenidad tal que fue imposible de esconder.

En Argentina se hizo honor a la vergüenza un con remedo de elección en la AFA en el que aparecieron más votos que votantes. Por primera vez desde 1991, la figura de Julio Grondona no entraba en competencia, pero resultó imposible tener un ganador: 38 +37 sumó 76 y eso invalidó la jornada electoral. Todo indica que el legado del hombre que alguna vez dijo “nunca aprendí inglés y llegué a ser vicepresidente del mundo” aún está presente en el accionar de los dirigentes. Sin embargo, cada vez está más expuesta la deshonestidad de algunos y con la justicia estadounidense de por medio, la lealtad entre viejos socios se esfuma a cambio de salvar el pellejo.

“A Luis Suárez le digo que el camino que ha recorrido lo debe transitar nuevamente intentando ser mejor, pero jamás va a estar solo en ese intento”, remató Tabárez en la sala de prensa del Maracaná. Una declaración de principios que marca diferencia. Suárez se equivocó, pagó, pero mantuvo el respaldo de los que lo conocían más allá de sus errores. Entretanto, los poderosos intentan saldar sus deudas en medio de la desconfianza. Su falta de códigos los condena.