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Creo que así quedamos todos quienes albergábamos la esperanza de un triunfo ante Argentina. Como pasó ya, siempre le levantamos la moral a los gauchos. La otra vez perdimos 2-1. Esta vez, apenas por 1-0, cuando bien pudo resultar mayor la diferencia. Porque Di María en el primer tiempo y Dybala en el segundo, tuvieron dos opciones claras y desperdiciadas.

Fácil resultaría echar la culpa a Pékerman. Pero como siempre ocurre, son los jugadores quienes interpretan el libreto diseñado por el técnico.

Jugaron mal y muy mal, los zagueros centrales, Murillo y Zapata. Los volantes, Mejía y Daniel Torres, no acertaron en su trabajo de quitar y entregar y salieron con tarjetas amarillas. James muy lejos de ser protagonista y organizador y Macnelly, cuestionado hasta última hora, ni fu ni fa...Teo y Bacca no tuvieron un solo remate de riesgo para Romero y solo quedó una pena máxima del arquero contra Bacca no sancionada.

Jugamos tan mal que las dudas sobre la presencia de Helibelton, quedaron despejadas porque el pelado jugó bien, apoyó, quitó y hasta tarjeta amarilla vio.

Con esto a la larga disculpo a Pékerman. Si los jugadores no entienden o no saben, difícil contar con ellos y ese fue el caso en este partido. Siempre se dijo que los delanteros, en cualquier formación, equipo o Selección, deben ser los primeros zagueros cuando la pelota se pierde. Está escrito, repetido, pero ni Macnelly ni Teo recordaron lo que debían hacer y cuando perdieron el balón no reaccionaron y sobrevino el gol de Biglia.

La Selección de Argentina, que podría calificarse de bajo perfil, vino y aprovechó, no dio ventajas, sino la extraviada en juego de los nuestros. En el papel, teníamos un buen grupo; en la realidad, perdimos apenas por un gol, cuando en el terreno fue mucha la diferencia. Solo una escaramuza de James delante de Romero en el final y mal rematada por Murillo, pudo traernos el empate. Hubiese sido una generosidad del cielo.

Con un rendimiento del 33% la Selección salva la papeleta porque está apretujada la tabla de posiciones. Esto no tapa lo mal que jugamos y el aburrimiento por la desilusión que produjo una Selección que debía jugar mejor.