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BogotáActualizado a

Pareciera que los jugadores de Millonarios vivieran aislados de lo que pasa en el campeonato. Entraron a enfrentar al Envigado como si no supieran que el Cali acababa de perder en Tunja con Patriotas. Era la ocasión de acumular los tres puntos y aparecer un poco mas fortalecido para la pelea por una casilla en las finales. Está transitoriamente en el octavo puesto. Sus próximos compromisos no le resultarán cómodos.

Con Lunari se jugaba mal. Por aquellos resultados se marchó. Ahora con Israel el panorama no varía en mayor proporción. Son los mismos jugadores y arrastran idénticos problemas. Les cuesta muchísimo atacar con claridad y menos definir. Sé que la ausencia de Rangel encierra un valor. Pero, ¿los otros que ingresan qué?. Romero o Agudelo no pesaron para nada y permitieron que Breiner Castillo se diera el lujo de jugar lesionado, como si supiera de los pocos intentos de gol de los azules.

Claro que Romero y Agudelo tienen derecho a quejarse porque los organizadores los ignoraron, qué decir de José Guerra del Envigado. Un delantero solitario y por sus características y movimientos muy diferentes al resto de compañeros en zona de volantes.

Ni lo miraban como referencia de ataque, ni le fabricaban pases. Por eso los tres delanteros identificados resultaron invitados a un partido donde se luchó por la posesión de la pelota, dejando de lado lo mas importante en el fútbol. Querer jugar.

Y ese afán de justificar el cero a cero, como una superioridad defensiva, es un historia ingenua y lamentable. Las defensas ganan porque los delanteros ni se atreven, ni pueden y simplemente se resignan. Sé que siempre es mas fácil defender que atacar. Pero si no se trabaja y se ensayan jugadas de ataque, los delanteros continuarán siendo convidados de piedra.

De la noche, me quedó grata impresion de un rapidísimo, flaquito, liviano delantero de Patriotas en el triunfo sobre el Cali. Rivas, su apellido, "descuadernó" cada vez que quiso a la defensa del Cali, otro que creyó ganar de camiseta.