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BogotáActualizado a

Creo que pasaron unos cuantos años para que Deportivo Pasto ganara, y con amplitud tres a uno, a Santa Fe.

Y ese resultado al menos lleva un alivio al juez Adrián Vélez, quien, a pesar de su veteranía, aún tiene dudas para aplicar la sanción que derive en pena máxima.

Sancionó tres, dos a favor del local y una para el visitante. De las tres, dos fueron claras. En la primera, el jugador del Pasto toca sutilmente de atrás a Borja. En la otra Anchico, para redondear su mal partido, pone la mano y se pita.

Sin embargo, el gol de empate parcial del Pasto no fue realmente pena máxima. Viáfara ingresa a velocidad y la pelota, que se va de su control, no podía recuperarla. Decide entonces ir a chocar con Zapata, que estaba en el piso y ni siquiera estira el brazo. Cae y viene la doble inujsticia. Tarjeta roja, que recomienda el reglamento para el arquero, y la pena máxima en sí. Ojalá el árbitro mire con calma la acción que, por supuesto, nada va a alterar el marcador.

Esa jugada, que obligó al ingreso de Leyton y la salida de Miranda, no fue la causa de la derrota cardenal. Perdió porque pareció que estos suplentes no hubiesen jugado juntos ni en los entrenamientos. No ofreció juego de conjunto y sus delanteros fueron invitados a ver cómo se movían los del Pasto, gracias al empuje de los hermanos Briceño y la movilidad del argentino Jonathan Gómez, quien cobró bien los dos penaltis y se inventó una jugada por derecha para dejar servido el tercero a Yúber Asprilla.

Santa Fe, por pensar en la Suramericana, tuvo la disculpa para montar esta formación, en donde Anchico era el indicado para conducir el grupo y nada ocurrió.

La soledad de Borja resultó patética y el Pasto, sin desplegar gran exhibición de fútbol, superó a un Santa Fe que fue porque le tocaba. Nada más.