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BogotáActualizado a

Millonarios se va alejando del octavo lugar, porque en casa no consigue los puntos necesarios para dar pelea en la tabla de posiciones. Perdió 2-1, cuando se encaminaba al empate, su resultado preferido en esta temporada.

Por vez primera jugaron juntos por largo rato Insúa y Mayer, pareja desconocida en los días de Lunari. De los dos, realmente Insúa estuvo mejor, aguantó los 90 minutos, mientras Mayer estuvo impreciso, aunque como un lector del partido, a los 12 minutos del primer tiempo, le pedía a sus compañeros, que jugaran “Vamos a jugar”, fue la frase con lo cual explicaba lo que estaba pasando.

Barrera fue el jugador que movió bien a Junior, mientras en Barranquilla, tienen dos goleadores de baja estatura, Pablo Rojas de Uniautónoma y Vladimir Hernández, quien definió con zurda un balón suelto en el área azul. Vladimir llegó a su sexto gol. Es probable que la expulsión, ingenua por lo demás de Mosquera, haya descuadernado al equipo local. Siembre y es preciso tenerlo en cuenta, los técnicos trabajan con once y diez jugadores en jornadas de entrenamiento.

Llegó el empate, también en un rebote frente a Viera y en el cierre, cuatro defensas de Millonarios quedaron pasmados y estáticos delante de un movimiento de Vladimir, Ortega y Celis; y hasta ahí llegó Millos, porque no hubo tiempo para más.

El equipo quiere y no puede y van pasando las fechas y es más complicado cumplir con la meta mínima de estar entre los ocho finalistas. El problema no era Lunari ni será Israel. La cuestión es la composición del plantel. Los líderes no se ven, solo Vikonis que inclusive casi lo castigan con un gol, por querer ser más que un delantero de Junior, que ganó por estar atento en los momentos cruciales.

Así como fue la acción de Vikonis, el arquero titular de Paraguay y Medellín, Antony Silva, en Tuluá, se “hizo” los tres goles. Por eso el puesto más ingrato es el de arquero. Sin embargo, alguien debe tapar o intentar tapar.