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Gran primer tiempo jugado por Junior, que puso en funcionamiento una sociedad anónima, que por ahora cuenta con tres socios. Juan Pérez, Jarlan Barrera y Vladimir Hernández. Este último se apuntó con dos golazos ante el Cali. El primero una recursiva y sorpresiva chilena para superar a Ernesto Hernández. En el segundo una gran maniobra, atrevida por lo demás, pues ingresó al área mirando a lado, con cabeza levantada, ejecutando un túnel magistral, sacando un remate seco, fuerte al rincón del arquero. Ambas anotaciones de galería de arte.

Y apenas vencía parcialmente el Junior al Cali, porque el arquero Hernández, tuvo unas cuatro intervenciones para el aplauso. Como se dice popularmente, ahogó el grito del gol y entre él y Lozano, por ratos impidieron el movimiento del marcador. Por eso, los Hernández fueron lo destacado de la primera etapa. Uno por su juego, sus dos goles y el otro, porque dentro de sus posibilidades congeló los anhelos goleadores de un Junior, muy superior al Cali en este pasaje.

Bastante cambio en la complementaria. Lo mejor se vio en la inicial, porque con la ventaja de dos goles, Junior aquietó el juego y permitió que el Cali tomara posesión del campo y el balón, sin que a la larga tradujera ese control en opciones de gol y ni aprovechara la cantidad de tiros de esquina a favor. Un buen gol de descuento consiguió Mateo Casierra, apelando a una acción individual. Junior retiró del campo a Barrera, de buen juego y a Pérez y con la presencia de Narváez quiso cerrar filas y ubicando a Toloza para algún contragolpe; mientras el Cali se excedía en tejer con la pelota en la zona media.

Celis consiguió el 3-1 el último suspiro, como le había ocurrido a La Equidad ante Nacional. Obviamente lo mejor resultó ver el trabajo de los Hernández en el comienzo.

Espero que el árbitro Machado políticamente hablando consiga su meta. Nuestro fútbol se alegraría y le agradeceríamos.