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En el primer tiempo, Nacional le terminó ganando por uno a cero a La Equidad, que no entendió como era el plan de cobro en los tiros de esquina. Ya lo habían hecho dos veces y a la tercera surtió efecto. García corto a Chará, centro y aparición sorpresiva de Henríquez para el gol.

Ese periodo fue interesante, por el respeto a la pelota exhibido por ambas formaciones aunque se notaba más interés en Nacional para llegar. Duque en dos ocasiones exigió a Bonilla, que en una respondió bien, gracias a sus reflejos. Macnelly Torres, ensayó en media distancia también en dos oportunidades y también Armani, sacó espectacularmente un cabezazo a la salida de un centro de Stalin Motta.

Quizás el sistema defensivo de Nacional no es muy seguro, porque García el lateral derecho, tiene más inquietudes ofensivas y descuaderna la seguridad en esa zona. Chará, con su movilidad, no aplica la velocidad que tenía en aquellas épocas del Tolima. No encuentra su lugar aun en el esquema verdolaga. Curioso sí resulto el caso del volante Dager Palacios. Salió lesionado por culpa del juez Murillo, chocó con él y un esfuerzo por mantener el equilibrio lo alejó del partido.

En el segundo tiempo, la iniciativa fue de La Equidad, sin arrimar mucho peligro al arco de Armani. Curiosamente Nacional con los delanteros presentes, Ruiz, Duque, Chará y después Berrío, no mostró esa fuerza esperada y en cambio sí se percató como a Macnelly le costaba construir jugadas porque los rivales le copaban la zona central. En la última acción, Duque fijó un dos a cero, tal vez sin que resultara un reflejo de lo visto. Es decir, la derrota uno a cero era justa.

La Equidad aprendió la lección. Cuando hay tiro de esquina en contra, no todos deben viajar a su área. Alguien debe estar atento a jugadas cortas, como las que costo el primer gol.

La Comisión Arbitral debe preguntar al juez Murillo, si le tiene miedo a los jugadores. Si es así, no debe dirigir más. Le había mostrado amarilla a Nájera y a Henríquez con razón. Después los dos cometieron faltas, Henríquez a Rentería, por citar una y merecían otra amarilla. Iban de roja... No se atrevió porque son grandes y bravucones.