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Casillas, Tevez y una cuestión de amor

BogotáActualizado a

¿Cuánto vale un ídolo? Para Florentino Pérez mucho dinero, lo suyo es comprar. Los Galáticos por 200 millones de euros, Cristiano por 94, Kaká por 65, Bale por 101 y la lista sigue. Sin embargo, el glamour que le sobra para contratar, le falta a la hora de cerrar ciclos. Lo de Íker fue impostado y pobre, pero no es novedad. El presidente del Madrid no se anda con frases hechas, lo suyo son discursos calcados con los que sale de las personas que ya no le sirven. A Pellegrini y a Ancelotti, por ejemplo, los despidió ante Prensa con los mismos lugares comunes.

Casillas llegó al Madrid con 9 años, jugó 725 partidos, consiguió 19 títulos. Lo ganó todo en 25 años en el club. El tiempo pesa. Tuvo que llegar, triunfar, mantenerse, caer, levantarse y después de todo eso seguir siendo respetado. En este lado del mundo fue uno de los primeros nombres que admiró esa generación de latinoamericanos que siente como propias las ligas europeas. “No entendería mi vida sin el Real Madrid”, le dijo al periodista Iñaki Gabilondo en octubre del 2014. El fin de la historia ya se sabe: no solo se fue sino que lo hizo como uno más. Un par de actos impresentables para una figura de su nivel. Aún así, será referente a donde vaya.

En el fútbol de hoy hay cada vez menos ídolos. Se fueron Gerrard, Lampard, Xavi; quedan Totti, Iniesta, Messi –que es un caso aparte- y pare de contar. Hay grandes jugadores como Cristiano, pero pocas figuras que representen los valores y colores de sus clubes. Será difícil que vuelva a nacer un ícono como Paolo Maldini, quien después de haber jugado 24 temporadas, ganar 5 Champions, 7 ligas, 2 Intercontinentales, 1 Mundial de Clubes... Se retiró en el equipo de sus amores ovacionado, no solo por su público sino por quienes desearon que no hubiera ganado todo lo que ganó. “Durante 20 años nuestro rival, pero en la vida siempre leal", decretó una bandera en la tribuna de los aficionados de Inter unos meses antes de su retiro. Nada menos que en el clásico de Milán.

Mientras la novela de Íker llegaba a sus últimos capítulos con el equipo que lo hizo futbolista, en Argentina el protagonista de la película era Tevez. El regreso de Carlitos, que ya había sido noticia durante la Copa América, tomó forma de bienvenida en un evento que superó todas las expectativas. La Bombonera se vistió de fiesta para un acto al que ni siquiera faltó Maradona. Desde su palco el gran 10 le agradeció al jugador la voluntad de regresar en un momento en el que se podía dar el lujo de elegir. Su decisión fue volver a casa. 45.000 personas llenaron las gradas del estadio y otras miles se quedaron afuera. La explicación es una sola: “Tevez no es hincha de Boca, Tevez es de Boca”, como lo afirma el periodista argentino Matías Varela.

El cerebro del fichaje del delantero fue Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors. El dirigente a quien Riquelme –el otro gran ídolo del club- responsabiliza de su salida, hizo lo posible para que Tevez regresara, no solo porque sea buen tipo sino porque en uno de los momentos de mayor devaluación de la marca Boca e incluso de la caída de la popularidad del fútbol argentino. Carlitos es una carta clave para asegurar la reelección presidencial en diciembre y una buena forma de limpiar la imagen de la Bombonera y lo que ella representa después de la vergüenza del ataque con gas pimienta en Copa Libertadores.

Tevez es, además, un fenómeno único. Le llaman el Jugador del Pueblo, es un referente querido a pesar del color de la camiseta. Un símbolo argentino. Hoy vuelve a Boca, pero siempre regresó a Fuerte Apache el modesto barrio en el que creció. Es un hombre humilde, que nunca renegó de sus orígenes y eso le compite mano a mano a la sonrisa perfecta de Cristiano. Antes de Tevez, jugadores como Verón, Aimar o Milito animaron las tribunas del fútbol argentino con su retorno. Una buena señal de que el sentimiento por un club supera el paso de los años y eso se valora.

Si aún queda algo de mística en el fútbol está reservada al vínculo que se crea entre un jugador y los hinchas. El resto son negocios. Los ídolos tienen ciertas características que cautivan: son ganadores, talentosos, carismáticos, leales o simplemente hombres del común que hicieron realidad el sueño de los que miran desde las tribunas. Tipos que de una u otra manera han marcado la historia del club o generan identificación con los fanáticos. Elegidos que comprueban que el dinero no lo compra todo. Ni el afecto, ni los ídolos tienen precio.