Sale fácil eso de ridiculizar a los demás. Está muy bien, hacer reír y sonreír es -en la mayoría de los casos- una demostración de inteligencia. En ese sentido, nos gusten o no, los memes, carteles, parodias… se volvieron parte de la fiesta del fútbol. Es común que los fanáticos asuman que la superioridad que da la victoria en un escenario deportivo entrega el poder de festejar fuera de él en nombre del rival. Los derrotados deben tolerar en silencio. Le llaman saber perder.
Superadas las –desgastadas- comparaciones con Maradona, ahora se polemiza sobre sus éxitos en Barcelona. Que sea ganador en Europa, se convirtió en afrenta al patriotismo argentino de algunos y hasta en prueba de su supuesta displicencia con la albiceleste. Un caso grave de memoria selectiva. Fue Messi quien desechó la oportunidad de jugar para España, y es el mismo hombre que jornada a jornada detiene al mundo con ese talento que se confunde con magia cada vez que toca el balón, cambia de ritmo o mete pases imposibles. Incluso los rivales reconocen su talento.