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Para mí no existen dudas. Nada mejor que ver, asistir y disfrutar de un juego donde se produzcan goles. Las seis anotaciones vistas en el partido entre Chile y México (3-3) resultaron un regalo para quienes aceptan aquello de ser el gol, la esencia, el fin del fútbol.

Muchos, posando de eruditos en esta temática futbolística, descalifican esta clase de resultados, porque según ellos fueron producto de ingenuidad defensiva, olvidando que es una arte saber defender, pero también saber atacar.

Cuando este resultado inusual se da, es porque triunfo el diseño de ataque o la lucidez del goleador, como paso tanto con el Chileno Vargas o el argentino nacionalizado Vuoso, alguna vez compañero de Darwin Quintero en el Santos Laguna, si no estoy equivocado.

No menos cierto es que la mayoría de los goles se presentan por errores defensivos. Quiero más allá, del resultado, resaltar el ejemplo de los jugadores Mejicanos. Se presentaron en el Estadio Nacional de Santiago ante una vociferante y animada población Chilena. Visitantes reales en el sentido exacto de la palabra. Con juventud, tres delanteros, hecho poco común por estas épocas y corriendo riesgos fueron a pelear el partido arriba. Presionaron durante todo el juego la salida de los locales quienes sudaron la gota para repartir los puntos. Es probable, como lo protesto Sampaoli, que el juez haya tenido equivocación en la anulación de jugadas de gol. Eso hace parte del imponderable que siempre rodea un partido de futbol.

La observación en general de este partido, el cual ojala hayan visto los integrantes de la Selección Colombiana, deja un mensaje claro. Así el jugador este en un mal día, se sienta indispuesto, no le salga bien nada, mostrar la entrega, la concentración que los Mejicanos regalaron para quien vive un partido de futbol. Seis goles no se dan todos los días. Y antes de descalificar los sistemas defensivos, prefiero agradecer los gestos ofensivos....