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Así como jugaron Millonarios y Cali da gusto ver fútbol. Particularmente un juego con cinco anotaciones. Tres a dos a favor del local, situaciones de gol, entrega y especialmente tres señores goles, suficientes argumentos para calificar como un excelente choque.

Se conocía de la velocidad con la cual Cali manejaba sus opciones. Se sabía del magnífico momento goleador de Fernando Uribe, quien llegó a 15 anotaciones y estos dos detalles se cumplieron. Román Torres no podía aguantar un pique de Murillo y así llegó el empate caleño con la complicidad de Vikonis, a quien le pasó por debajo del cuerpo el balón. Antes, Uribe le ganó en velocidad a Nasuti, quien cometió una falta clara. Penalti y tarjeta roja de paso.

Lo mejor estaba reservado para el segundo tiempo. Un soberbio gol de Andres Pérez, el mismo que había iniciado su carrera profesional en Millos, antes de marchar a la Argentina. Desde mucha distancia embocó un espectacular remate que superó a Vikonis, quien intentó evitar la caída. Estaba adelantado, como es su costumbre, y Cali entró a mandar en el marcador.

Merece, y este es el momento de reconocer, en Maxi Nuñez un jugador práctico, veloz y que tiene claro cuál es su papel. Abrir la cancha, es decir, jugar como los punteros antiguos, más cerca de la raya lateral para levantar centros, resultando como gran beneficiado Fernando Uribe, quien en uno de esos acomodó un tremendo cabezazo para igualar las cifras.

Faltaba otro sensacional gol. El de Mayer Candelo, exjugador del Cali quien buscó espacio, ángulo y metió un zurdazo imparable para Hernández. Los ex Pérez y Candelo con sus golazos condimentaron un estupendo partido, que es el preámbulo de la definición el domingo entrante en Palmaseca.

El juez, Nicolás Gallo, aficionado como todos, trabajó bien y sin problemas. Pasó por alto algunas faltas, aunque es injusto descalificarlo, porque está apenas aprendiendo y sin sueldo...