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Que Junior fuera capaz de vencer a los juveniles del Boyacá Chicó, no parecía difícil. Que Tolima ganara a Jaguares en Techo era probable, mientras lo que sí era mano a mano era el clásico en la lluviosa Bogotá. Por eso, en un pasaje de la jornada entró Santa Fe a las finales y en otro Millonarios ingresó en el quinto lugar a la tabla de clasificación con el golazo del panameño Torres.

Con angustia y con los resultados que presionaban desde Tunja y Techo, Santa Fe fue con todo, con desorden y sin Omar Pérez a buscar el empate, porque lo necesitaban y eso sacaba a Millos del baile. En esta ocasión nadie pensaba en el partido como un regalo de buen futbol, amén de la condición de inestabilidad que ofrecía el terreno. Era cuestión de aguantar los de azules y de forzar con sufrimiento los de rojo por el punto. De allí que Gabriel Díaz entrara en el tiempo adicional, para fortalecer los planes defensivos. Y como siempre ocurre en un contragolpe de Maxi Núñez y en un acto de generosidad, dejó a Robayo listo con el tres a uno y fin de la película.

Me parece que Santa Fe pudo haber dado mucho más de lo visto, sin embargo se fueron durmiendo y como se había anticipado el perdedor se iba, porque por descarte, Junior y Tolima eran mucho más que sus contrarios en esta etapa del campeonato. Santa Fe ahora pensará y se concentrará en la Copa Libertadores y Millonarios bien podría venir de atrás a pelear por el título.

Por vez primera Lunari celebró la victoria porque al fin y al cabo es garantizar al menos su permanencia por un tiempo más. Santa Fe y Millos entraron y salieron y finalmente venció el más despierto.