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Cinco gordos de traje

Con esas palabras Daniel Osvaldo, jugador de Boca Juniors, se refirió a los miembros del Tribunal Disciplinaro de la Conmebol responsables del fallo por la agresión a los jugadores de River Plate en la Bombonera. Mafiosos!, agregó el delantero haciendo evidente su desacuerdo con la sanción que deja por fuera de la Copa Libertadores 2015 al equipo Xeneize. El mundo al revés.

Por razones diferentes, el mundo del fútbol compartía la indignación de Osvaldo. La Conmbebol optó por una sanción ligera desconociendo la gravedad de lo que ocurrió, la necesidad de ponerle fin de una vez por todas a la violencia y la de demostrar que sin importar que los infractores sean brasileños o argentinos hay castigo. No fue así, hubo condescendencia.

La eliminación, 200.000 dólares y 4 partidos a puerta cerrada son muy poco para recuperar el prestigio de un partido que ya venía siendo cuestionado en lo futbolístico, pero Boca apelará. La indiferencia de los jugadores en la cancha ahora brilla en los directivos. Pelearán por tres puntos cuando el reto es recuperar la mística del Superclásico, de su equipo. Ese que genera fiesta en las tribunas a cambio de entrega en el campo de juego. 

Una campaña de campeón en Argentina le devolvería a Boca su perfil de equipo candidato a ganar el título continental en 2016, pero lo que le tomará más tiempo es reconstruir la imagen basada en los valores y el espíritu de este deporte: esos que tienen que ver con el juego limpio, la solidaridad, la credibilidad y que no se ganan en un escritorio.

El periodista Juan Pablo Varsky lo resumió bien en su columna para el diario La Nación. "Ésto es peor que irse a la B. De eso se vuelve, de esto no". Ojalá los encargados de las decisiones sobre el fútbol sudamericano también lo tuvieran claro.