Los Lunaris de Millos
Millonarios siempre será un equipo del que todos hablan. Pero desde su última estrella conseguida en el 2012, las cosas que permanecen en el aire, en ese dañino pero a veces verídico voz a voz son temas a los que seguramente ningún hincha quisiera referirse. Empezando desde luego por el factor que más influye y afecta de manera ya sea positiva o negativa a la hinchada: Lo deportivo. Desde la inesperada y grotesca salida de Hernán Torres del equipo, Millonarios no ha logrado la consistencia, tratando de implementar modelos europeos costosos y sin éxito, más recientemente y por la percepción de una creciente decepción y molestia del hincha, buscando un revulsivo con un ídolo a la cabeza, que por ahora tampoco parece ser la solución indicada.
Tuve la oportunidad de hablar con Enrique Camacho antes de la llegada de Ricardo Lunari a Millonarios, le pregunté cuál había sido ese plan de trabajo del técnico argentino que tanto lo sedujo, (porque en los buenos equipos más que nombres, se piden planes de trabajo) con la sorpresa que no tenía ninguno, su respuesta fue palabras más palabras menos que Ricardo Lunari era un ídolo, que de esa manera la gente le iba a creer, que iba a convocar. Se nota que el presidente es un buen ejecutivo, tiene una hoja de vida impecable en el mundo empresarial, pero hablando de fútbol me queda incluso la duda, de si algún día siquiera fue hincha de un equipo.
Millonarios nunca debió despedir a Hernán Torres dicen algunos, y vaya que razón tienen, pero ya el tiempo es otro, los años han pasado, y Millonarios no puede mirar al pasado, debe darle a su hinchada lo que pide, no refuerzos de segunda, tampoco inventos que suenan a ser “de primera” y resultan de tercera, Millonarios carece de ideas deportivas, porque cuando un equipo tiene a unos directivos que desconocen el tema, entonces es el cuerpo técnico quien asume ese rol, pero grave es la situación cuando ni una cosa ni la otra. Si hubieran tenido la mínima planificación, el club no tendría problemas en la primera línea del medio campo, ni tampoco deficiencia a la hora de marcar goles. Están a tiempo, quedan muchos partidos, para que el azul no sea el símbolo del mar en el que se hunde Millonarios, sino el azul en el que el club toca de nuevo el cielo.