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Exclusivo AS Colombia

‘Tigre’ Castillo: “Pagaría para que pongan uno de mis jugadores”

En la actualidad el delantero tumaqueño está en el dilema de si seguir como futbolista o ser empresario.
Francia - Colombia: Amistoso Fecha FIFA

Jairo el 'Tigre' Castillo se encuentra sin equipo pero dispuesto a seguir su carrera como futbolista.
Colprensa

Y allí restó simpatías entre muchos de los americanos; desafiando la tensión de millones de aficionados, dio dos pasos y tiró el balón contra la base del vertical izquierdo del arquero de Patriotas, Carlos Chávez, quien a su turno, convirtió su cobro, y fue estupor, América descendió a la B. “Mucha gente me dice que por mí descendimos, y yo les reconozco, porque fui el que pateé”, cuenta Jairo Fernando Castillo Cortés, ‘el Tigre’. 

Pero ‘el Tigre’ no quiere detener su andar, ni alejarse del pasto. Entrena con el equipo de la Agremiación de Futbolistas, y los fines de semana, se viste de ciclomontañista y escala por los caminos de Pance. Tiene dos opciones: la segunda es ser agente de futbolistas, y para ‘despegar’ dice que está dispuesto a incentivar… la recurrente mancha al fútbol, que todos comentan, muchos detestan, pero ninguno presenta pruebas. 

“El cuento ahora es que hay que pagar para jugar. Si me toca pagar para que me pongan un jugador, hay que hacerlo. Ahora el que tenga sus 5 o 10 millones de pesos, juega, y eso que es poquito. Dicen que hay unos que cobran hasta por entrenar”, sostiene. 

El plan A de Castillo Cortes es continuar. Jugó hasta la temporada pasada y durante el último año y medio con el Chicó. “Estoy bien preparado, el teléfono suena, pero no nos hemos puesto de acuerdo”. 

Entonces, muchos se preguntarán, si con 37 años (17 de noviembre del 77), dos operaciones de meniscos y ligamento cruzado anterior en la rodilla izquierda, y muchas otras noches de diversión sin descanso, sigue enérgico, qué sería si hubiese sido reposado. “Si estuviera bien, sin lesiones, estaría seguramente peleando el puesto en la selección”, asegura. 

Es que ‘el Tigre’ tiene arrojo, fuerza. Dice que es la gracia de su tez negra, de ser del pacífico, y el fruto de jugar descalzo en la arena, de nadar en el mar sin descanso, de subirse a las palmas de coco… “El jugador de pacífico, al igual que el brasilero, es muy potente y habilidoso, por la costumbre de jugar en la arena de la playa”. 

El mismo fútbol que lo condenó la noche del 17 de diciembre de 2011, cuando falló el quinto penalti del América frente a Patriotas, ha sido generoso en exceso con el delantero tumaqueño. 

Fue campeón de la primera B con el Atlético Bucaramanga. Con el América celebró tres títulos del fútbol colombiano, y uno de la Merconorte; logró con la selección Colombia la Copa América del 2001 y fue campeón en Uruguay con el Defensor Sporting. También ha jugado en Millonarios, Chicó, en los argentinos Vélez Sarsfield, Independiente, Godoy Cruz y Atlético Tucumán, además del Valladolid de España y el Limassol chipriota. Además, estuvo con la selección Colombia en las Eliminatorias a los Mundiales del 2002 y 2006. 

En Colombia le gritaban “¡Tigre, tigre…!” y los argentinos le coreaban, “¡Olé, olé, olé, Jairo, Jairo!” Fue tanta la admiración que le profesaban los hinchas, la utilidad en los equipos en los que estuvo, y la aclamación que recibía, que varios entrenadores se rendían ante sus peticiones. 

Pastoriza y Óscar Tabárez, luego de los partidos los fines de semana, me dejaban venir a Colombia, en ocasiones regresaba el jueves a hacer la práctica de fútbol. Siempre donde estuvo Pastoriza me quiso llevar, la última fue a Independiente (2004), y eso que él me decía que yo era un negro cagón, porque cuando estaban dando mucha pata e íbamos ganando, le pedía que me sacara. En ese entonces el fútbol argentino era bravo, hasta Jorge Bermúdez me pechó un día en un partido entre Vélez y Boca, ese día me habló como argentino, pero yo ‘daba látigo’, no me paraba nadie”. 

El América de los títulos y del trato ingrato

Luego del descenso, pidió sin una respuesta positiva, la oportunidad de volver al América, pero, “Fernando Velasco me quería llevar al Unión Magdalena, y ahora que está en el América no me llama, y ‘el Chiqui’ García me llamó en diciembre pero a saludarme”. 

Al ‘Tigre’ Castillo, mucha gente le recuerda el penalti que falló la noche del descenso, y muchos olvidan que en ese mismo juego, adelantó a los rojos en el marcador, con un golazo de cabeza; que también con el América, anotó el gol en el partido de ida de la final del 97 –0-1 contra el Bucaramanga y también fue un 17 de diciembre-, que anotó el gol en la vuelta de la Merconorte frente a Santa Fe y el penal en aquella final (1999), y que le marcó tres goles a Nacional para el título del 2002 –dos en Cali y uno en Medellín-. 

“Me acostumbré a ser ganador y a hacer goles importantes desde que llegué a la infantil del América –Félix Quiñónez lo trajo desde Tumaco cuando Castillo tenía 14 años- El técnico de nosotros era Pedro Zape y él me decía ‘sarampión’, me metía presión y decía que yo solo le hacía goles a los equipos de los barrios. Por ello, el día que le hice los tres goles a Boca Juniors con Godoy Cruz –segundo semestre de 2008- Fernando Niembro y Mariano Closs me preguntaban qué sentía y yo les insistía en que era algo normal en mi vida”. 

Fue en América donde se hizo grande. El periodista Óscar Rentería lo apodó ‘el Tigre’. Desde ese momento inició una ascendente carrera, aunque por momentos, accidentada. 

“En América, los dueños me querían mucho, antes de los clásicos frente al Cali y Nacional, me llamaban a ofrecerme premios extras y yo salía ‘encendido’”, recuerda. También en América coincidió con los que asegura fueron los mejores delanteros que tuvo a su lado. 

“‘El Tren’ Valencia me decía, ‘eso no es de tirar a matar, tirela a un palito’, y Antonhy de Ávila definía casi siempre arriba y nunca daba un balón por perdido”. Y agregó: “En ese América había que jugar mucho. Cuando dirigía Diego Umaña, el único titular era Anthony, y se enojaba cuando lo sacaban para el aplauso, ‘Leo’ Moreno, Julián Téllez, ‘el Gato’ Pérez, ‘el Ferry’ Zambrano y yo, peleábamos por el otro puesto, y el que no hacía gol, lo mandaban al siguiente partido a la tribuna ¡era bravo!” 

Y fue en América donde también se encontró con el delantero que más ha admirado, desde que era recogebolas del equipo vallecaucano. “Mi ídolo siempre fue ‘el Ferry’ Zambrano, yo pintaba las camisetas con el apodo de él, y cuando me llevaron a la casa hogar del América, rayaba las tablas de los camarotes, les ponía ‘el Ferry’ Zambrano. Era impresionante el ‘melo’ que él daba jugando para el Medellín, pobrecito al defensa que cogía”. 

‘El Tigre’ tiene recargadas las baterías, aunque por momentos le duele su accidentada rodilla izquierda. Quiere continuar en el fútbol o ser empresario.