Por Omar
Pérez es un apellido muy común en Colombia y por supuesto en el fútbol nuestro. Pero Omar Pérez es desde hace tiempo un jugador fundamental para el esquema de Santa Fe. Que no corre, se "pierde" por momentos en el juego, pero cuando la pelota le llega, tiene la facilidad para administrarla y poner a sus compañeros en posibilidad de gol.
Dos tiros libres directos derivaron en los goles necesarios para llegar a otra copa. En el primero, Armani no controló la pelota y Mina cobró. En el segundo, de nuevo Omar, Armani que volvió a equivocarse y fue Páez quien dio el triunfo santafereño.
Nacional no jugó a nada. Flojo en defensa, con inseguridad en la salida, con tibios aportes de "El Alcatraz" García y Farid Díaz. Sin un jugador creador, buscando en el pelotazo la única vía para conseguir el gol. Y así pasó gran parte del partido, sin brújula y amarrado en sus intenciones. Por ejemplo, el ingreso del paraguayo de nada sirvió, como tampoco aportaron Quiñonez y Armando Vargas para el lado cardenal.
Merece especial mención el caso de Róbinson Zapata, quien fuera suplente de Camilo Vargas. Y como siempre pasa, las oportunidades deben ser aprovechadas y el arquero lo está haciendo. Él pudo ser el más alto valor en calificación, mientras su colega Armani, lleva en su conciencia la culpabilidad de la derrota.
Hablando de Pérez, hubo en el pasado otros jugadores como Osvaldo Pérez, el rosarino del Cali y el de Once Caldas, guapo y peleador. Otro con más fútbol como Velitas Pérez. Hoy ninguno como Omar Pérez. Porque no se sobreactúa ni busca protagonismo. Con la pelota en los pies, tiene la clava para "hacer" jugar a los otros.
Finalmente fue mérito de Santa Fe superar la catarata de tarjetas amarillas, que dígase lo que diga, siempre inhiben al jugador y animan al árbitro para merecer aplausos en la Dimayor... Por aquello de las multas.