COLOMBIA

Los fallos judiciales y el sesgo cognitivo

Cristian Bayona | Colprensa
Actualizado a

Varios abogados penalistas han dicho que no había pruebas ni evidencias para condenar a Álvaro Uribe Vélez, pero la justicia decidió hacerlo. El peligro de la decisión es que, en el imaginario de muchos colombianos, puede quedar que en este país se condena a los que atacan a los delincuentes y terroristas, y se dejan libres, con ventajas y gozando de plena impunidad, a los que atentan contra la seguridad de la Nación. Al presidente que diezmó y atacó a los terroristas en Colombia, ahora lo pueden condenar a 9 años, y a los delincuentes los premiamos poniéndolos de gestores de paz.

Lo que quedó claro es que no lo condenaron con pruebas, sino con supuestos, y además salidos de la boca de gente cuestionable que ha cometido delitos de lesa humanidad. Varios juristas han coincidido en que el fallo de la jueza muestra que en Colombia hay una justicia independiente, pero para que la justicia sea independiente y objetiva, necesitaría no ser hecha por humanos. Augusto Hernández Becerra, exmagistrado del Consejo de Estado, dice en su libro Las ideas políticas en la historia que “la teoría política trata de la conducta humana, pero esta no se rige enteramente por la razón. La irracionalidad es faceta inescindible de la naturaleza humana y asoma esporádicamente también en los predios del pensamiento político”. ¿Entonces se puede decir que existe objetividad, imparcialidad o independencia en una decisión judicial, sabiendo que es tomada por personas?

Daniel Kahneman, psicólogo y premio Nobel de Economía, en su libro Pensar rápido, pensar despacio, habla sobre la dualidad del pensamiento humano a través de dos sistemas: uno rápido, intuitivo y emocional, y otro lento, deliberativo y lógico. Uno de los puntos que toca Kahneman, siguiendo con la toma de decisiones, principalmente en el caso del expresidente Uribe, es lo que llama sesgos cognitivos, los cuales son aquellos errores sistemáticos que afectan nuestros juicios y decisiones, resultado de los dos sistemas mencionados por el autor. Estos sesgos pueden llevar a decisiones irracionales o ilógicas, porque están basados en impresiones subjetivas, emociones o atajos mentales, en lugar de guiarnos hacia datos objetivos.

Decir que la objetividad y la independencia hacen parte del sistema judicial y de su toma de decisiones es simplemente desconocer aquello de lo que habla Hannah Arendt en su libro “La condición humana”, donde dice que “cualquier cosa que toca o entra en mantenido contacto con la vida humana asume de inmediato el carácter de condición de la existencia humana”. Es decir, todo lo que hace el ser humano está condicionado por sus experiencias de vida desde que nace hasta su muerte. Lo que nos puede dar luces sobre las decisiones que se toman en casos como el del expresidente Uribe es que muy posiblemente estén influenciadas por aquellos sesgos cognitivos previos, y estos posiblemente llevaron a la jueza a pensar rápido, de forma intuitiva y emocional para dar el fallo en el caso de Uribe.

Kahneman se resiste a esa noción de que somos seres completamente racionales y hace énfasis en la necesidad de comprender esos procesos mentales que subyacen a nuestras elecciones diarias. En el caso de las decisiones que pueden determinar si una persona es inocente o culpable, lo más recomendable sería utilizar el Sistema 2 de Kahneman, porque requiere atención y esfuerzo consciente. Este sistema se utiliza para el análisis y la toma de decisiones complejas, además puede corregir errores del Sistema 1, que consiste en pensar automáticamente y sin esfuerzo, caer en decisiones rápidas e intuitivas, y estar propenso a errores sistemáticos y sesgos. Kahneman señala que “saltar a conclusiones es eficiente si es probable que las conclusiones sean correctas y los costos de un error ocasional son aceptables”, pero en el caso del expresidente Álvaro Uribe se debe ser muy cuidadoso en la toma de decisiones, porque debe determinar la completa culpabilidad o inocencia del sindicado y no dejar espacio a la duda. Como lo señalaba el filósofo Cicerón: “ante la duda, me abstengo”. Él creía que las decisiones deben ser guiadas por la razón y la moralidad. Lo que da a entender esa frase es que, “cuando hay incertidumbre o falta de claridad sobre las consecuencias de una acción, es más sabio abstenerse de actuar”. Esto implica que actuar sin certeza puede llevar a resultados negativos o inmorales. Esperemos que la justicia cumpla su papel en el caso del expresidente Uribe y que no sea influenciada por los sesgos cognitivos de los que habla Kahneman.

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