La ingratitud en política
Por eso muchas personas rechazan cuando les ofrecen un cargo público (así parezca que cualquiera diría que sí) como el de ministro, porque son más los riesgos que se corren al aceptar, que lo bueno que se puede lograr. Estoy totalmente convencido de la rectitud y honestidad del exministro Ricardo Bonilla y tal como él lo dijo, pudo haber sido algo diferente a un delito, “confío en demostrar que eventualmente puedo cometer errores, pero no delitos”, y es muy posible que así hubiera pasado. No podemos pensar por temas de competencia política que todo lo que hace nuestro adversario es un delito y de esa manera sacarlo del juego. En muchas ocasiones la falta de experiencia, no en el cargo, sino en la política, es lo que ha llevado a algunos funcionarios a cometer errores.
Muchos viceministros, ministros y otros funcionarios de diferentes gobiernos han salido de sus carteras con investigaciones que todavía están en curso. Sabemos de varios exfuncionarios que aún están pagando abogados que los defienden de supuestas irregularidades iniciadas cuando estaban en los cargos. No puede ser que cuando los investigados o acusados son de mi línea política, entonces eso los hace inocentes y tampoco puede pasar que cuando son de la oposición seguro son culpables.
Una vez tuve la oportunidad de hablar con un exviceministro y me contó que después de cuatro años de haber salido del cargo, todavía lo estaban investigando. Ese mismo exfuncionario me aseguró que nunca más volvería a aceptar un cargo público porque salían con muchas investigaciones, pero parece que se le olvidó aquello que pensaba en esa época, porque después volvió a aceptar una embajada en Europa.
También hay casos de expresidentes de la República que después de más de 10 años de haber entregado el cargo los siguen investigando. Imagínense la cantidad de dinero que gastan en abogados por todo ese tiempo de diferentes procesos legales. También hay casos de funcionarios corruptos que los investigan y nunca les encuentran nada. O son muy buenos tapando lo que hacen, o han adquirido mucha experiencia haciéndole el quite a la justicia. Casi siempre los funcionarios que deben salir de sus cargos o son sacados, es porque no tienen la “malicia” que otros tienen. No siempre caen los culpables y no siempre los supuestos culpables lo son.
En 2016, Diana Calderón, directora de Hora 20 de Caracol Radio, le hizo unas preguntas al en ese momento profesor de la Universidad Nacional y exsecretario de Hacienda de Bogotá, Ricardo Bonilla, sobre diferentes temas. Una de las preguntas de Diana fue si le gustaría ser ministro de Hacienda, a lo que Bonilla en medio de una carcajada respondió que sí. Diana también le preguntó si prefería la academia o la administración, y señaló que “hay que combinar las dos cosas: no se puede ser académico sin experiencia, ni ser administrativo sin saber teoría. Volviendo a escuchar esa entrevista al exministro Bonilla me quedan varias dudas: una es si realmente los académicos hacen bien al arriesgar su prestigio involucrándose en política, y la otra es si vale la pena adquirir esa experiencia si corren el riesgo de terminar con problemas legales que solo les traen dolores de cabeza.