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Las mufas se pagan solas. Se entiende que llegar a una final genera exaltación y emoción. Pero el fútbol desde su naturaleza, que también tiene mística, cábalas y otras cosas. Siempre ha sido sabio para condenar a quienes se atreven a festejar antes de tiempo. Bucaramanga fue más que Santa Fe en la final de ida de la liga, pero todavía no ha ganado nada. La euforia de su gente, el invadir la cancha como si ya fueran campeones podría condenarlos a ser la mufa más grande del FPC después de lo que pasó en Barranquilla con ese falso festejo de un título.

“Con todo y contra todos”, una frase que fue mutando y resignificando lo que ha sido Santa Fe en este tiempo. El Alfonso López mostró la cara más discreta del mejor equipo de la Liga (los puntos, las estadísticas y por muchos momentos la jerarquía lo demuestran), pese a que en los primeros 90′ “nos cortaron las piernas”. Y todo porque se juntaron los peores escenarios para el León: discretos desde lo colectivo e individual, tardía reacción desde afuera (el cambio de Jersson por Agustín era para el minuto 35 del primer tiempo) y después de que Marmolejo no pudiera atajar una más. Apareció Hinestroza para premiar una linda fiesta que hizo la gente de Bucaramanga y que el equipo le respondió con una victoria.

Será una larga semana en la que Santa Fe tendrá que replantear muchas cosas. Peirano dejó claro que falta el partido más importante y Daniel Torres lo ratificó. “En estos casos, se habla muy poco. Trabajar y enfocarnos en el partido de vuelta. Una de las cosas que hablamos en la interna es que la cancha habla y esperamos hable el sábado”.

No es extraño que los hinchas de otros clubes quieran que Bucaramanga salga campeón, la afinidad que genera siempre el de menos abolengo potencia la misión para un Santa Fe que necesita (más allá del fútbol) mostrar la jerarquía y grandeza que tiene como club. El primer campeón del FPC, ningún descenso y por el contrario un título continental y uno intercontinental (único para el país) que tienen que pesar desde lo psicológico, no tanto para el rival. Más para los mismos jugadores que se ponen la camiseta del más tradicional de Bogotá. Siempre aplica la frase de Sócrates en la que advierte que el fútbol es una batalla psicológica y desde allí hay que nivelar las cargas, pues por las circunstancias los de Dudamel tienen algo de ventaja, pero como manifestaron Millán y Ortiz, en El Campín será a otro precio.

Quedan 90 minutos para darle vuelta a un 1-0 en el que se necesitará jerarquía, mucho fútbol, paciencia y contundencia para alcanzar la décima estrella que ha sido esquiva desde aquel 2016 cuando se logró la novena. La Fuerza de un Pueblo, la Fuerza de la Fe y la ilusión que no se puede quebrantar por una mala noche, servirán para afrontar y demostrar que el arraigo y la identidad no solo lo tiene la gente de Bucaramanga. Que vengan a la memoria las noches memorables de Santa Fe, como la de aquel 15 de junio de 2012 cuando levantó el título después de 37 años, o en la que un grande como Gremio quedó chico ante un escenario hostil para ellos en el 2013... La Fe sigue intacta.

La Fuerza de la Fe
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