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El mejor amigo del perro

Hace miles de años los lobos se empezaron a acercar al hombre en busca de comida, y ese fue el inicio de una gran amistad.

Todo inició cuando el hombre era cazador, y deambulaba por la tundra en busca de comida y leña para protegerse del frío, y un animal muy listo se dio cuenta de su gusto por la carne, y lo empezó a seguir durante sus faenas diarias en espera del suceso gastronómico. Era un animal cuadrúpedo y con un agudo sentido del olfato que poco a poco se fue acercando a los humanos en busca de sobras, entre más bajaban las temperaturas más se acercaban estos carroñeros a la expectativa del momento del banquete de los humanos.

Aquellas familias iban de un lugar a otro durante el verano en busca de renos, quienes también escudriñaban los mejores pastizales para alimentarse. La antropóloga Alice Roberts, cuenta en su libro Domesticados. Las Diez Especies que han Cambiado la Historia, que en esa época se hacían grandes recorridos tanto de los humanos como de los renos, todos con el objetivo de saciar su hambre, y al paso que los renos encontraban praderas, los humanos armaban campamentos durante la estadía momentánea de los renos para tener comida a la mano. Los lobos eran los terceros de esta cadena alimenticia y esperaban con mucha paciencia a que los humanos saciaran su hambre y cuando estaban durmiendo se acercaban para comer las sobras.

Paso a paso los lobos fueron perdiéndole el miedo a los humanos hasta el punto de dejarse acariciar por algunos segundos en un principio, los que permitían las caricias eran los cachorros quienes al ver que las personas les proveían alimento se fueron familiarizando cada vez más con ellos al punto de empezar una relación muy cercana. “Se contaba que aquellos depredadores (los lobos), habían robado bebés de los campamentos, aunque no parecía que nadie hubiera experimentado esto de primera mano”, dice Roberts. La relación entre lobos y humanos fue por mucho tiempo de desconfianza y cautela por parte de los dos, los más cautelosos eran los viejos de la tribu. Algo que ese grupo humano no podía desconocer de la relación con los lobos era la ayuda que esos peludos prestaban durante las cacerías, los lobos lograban en muchas ocasiones derribar a los animales o separarlos de sus manadas para permitir una cacería exitosa. Y en otras ocasiones lograban sacar a los animales de sus cuevas para que los humanos pudieran encargarse de ellos.

Después de varios inviernos y veranos, los lobos empezaron a vivir en los campamentos y se convirtieron en las mascotas de los niños, con quienes jugaban largas horas. Cuenta Roberts que “al cabo de unas pocas generaciones, los lobos más amistosos ya habían empezado a menear la cola. Se estaban convirtiendo en perros”. Este cuento con el que Alice Roberts nos narra lo que pudo haber sido el inicio de esa relación que actualmente tenemos con los perros, es una ficción basada en hechos científicos de los que podemos estar seguros. Roberts aclara que “nuestros perros modernos, con toda su maravillosa variedad, descienden de los lobos. Ni de los zorros, ni de los chacales, ni de los coyotes o ni siquiera de los perros salvajes. De los lobos. Para ser exactos, de los lobos grises europeos. Nuestros perros modernos comparten más del 99,5 por ciento de sus secuencias genéticas con esos lobos grises, Canis lupus”.

Roberts también cuenta que la domesticación de los perros fue hace más de 15 mil años al final de la última glaciación y las pruebas concluyentes son una serie de huesos, claramente de perros, que han sido encontrados en yacimientos arqueológicos de Europa, Asia y Norteamérica. En términos genéticos, los perros son lobos grises. “La mayoría de los investigadores se limitan a subsumirlos en la especie del lobo gris, el canis lupus, ya no como especie separada, lo que antes se reconocía como Canis familiaris, sino como subespecie: Canis lupus familiaris”, cuenta Roberts.

Según la historia de Roberts, los lobos se acercaron al hombre, pero pudo haber sido al contrario, porque si ha habido un animal que desde hace miles de años convive con los humanos es el perro. La ayuda que este cánido les ha prestado a los humanos es incalculable. Muchos creen que nosotros ayudamos a los perros, pero la verdad es que los perros han logrado que seamos mejores personas en muchos sentidos, pero no podemos olvidar que todavía guardan su instinto salvaje como cualquier animal domesticado por el hombre.

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