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FINAL LIGA BETPLAY

¡Arriero soy! Herrera, el líder que cortó la sequía

El DT logró con su estilo auténtico devolverle la fe a Nacional. Hizo grupo, mostró su muñeca en momentos determinantes y gestionó bien la plantilla. La estrella, toda suya.

Hernán El Arriero Herrera, DT de Atlético Nacional y campeón de la Liga BetPlay 2022-I.
Dimayor

Lo llamaron a apagar un incendio y convirtió a Atlético Nacional en campeón. Lo que no consiguieron técnicos llenos de pergaminos, colombianos y extranjeros, lo logró Hernán Darío Herrera sin renunciar a su esencia y usando la experiencia que acumuló como jugador del kínder de Zubeldía. La estrella 17 la ganó un hombre de la entraña verdolaga y antioqueño de pura cepa.

“Nacional no es ninguna papa caliente”, dijo el Arriero cuando en marzo le entregaron a un equipo desmoralizado y lleno de fantasmas.

Con timidez, el estratega empezó a hacer pequeñas movidas, que resultaron trascendentales para construir un equipo que matizó el ADN verdolaga con un espíritu combativo, moldeado entre las batallas más difíciles para materializar un título que por cinco años había sido esquivo.

Entre sus primeras decisiones estuvo incorporar a su staff al motivador Luis Alfonso Sosa para entrenar la mente y cuidar el estadio emocional del grupo, junto al psicólogo Andrés Rodríguez. También acercó a históricos como Francisco Maturana, René Higuita y Jimmy Arango para no dejar nada al azar y transmitir al grupo toda la experiencia de auténticos ganadores.

Herrera, de 64 años, trabajó en llave con Piscis Restrepo y volvió a tener fe en el preparador físico Carlos Tabares, que cumplió una labor impecable. Además, le hizo un guiño a la prensa y le devolvió el estatus a la afición, que fue su fiel compañera para levantar a sus jugadores en los momentos más difíciles y tapizar con su mística ese camino hacia el título.

El DT, además, afincó un módulo 4-1-4-1 y se la jugó por Sebastián Gómez, que terminó siendo su estandarte y su escudero. Así fue escalando con un fútbol ofensivo al que le agregó otros matices. También congenió con los referentes. Gio Moreno, Alex Mejía, Jéfferson Duque y Dorlan Pabón lo respetan.

Tener apego por el fútbol lírico, ese que practicó junto al peruano César Cueto, en una de las duplas memorables en la historia de Nacional, no lo nubló. Sabía que para campeonar necesitaba agregar algo más. Imprimió garra, aplicación táctica y le enseñó a sus jugadores a competir cuando no se podía jugar.

El nacido en Angelópolis pero criado en el municipio de Caldas, vecino de Medellín, tiene una historia con Nacional de 40 años atrás. Su calidad técnica lo convirtió en ídolo de toda una generación y quedó en la historia con los títulos en 1976 y 1981 en una época que marcó un salto de calidad con el legendario técnico argentino Zubeldía, su gran maestro.

Su historia como entrenador la inició en Univalle en 1998, pero fue en el Real Cartagena el club en el que marcó época con sus conquistas. No solo llevó a la institución auriverde a lograr el ascenso en 1999 y 2004. Después, en la Primera División, llevó al cuadro de la Heroica a la final en 2005 ante Deportivo Cali y terminó subcampeón.

Años después se dio su regreso a casa para trabajar en las divisiones menores del Verde. Estuvo como formador en diferentes categorías hasta tener mayor visibilidad en la sub-20. En 2018, le llegó su primera oportunidad con el equipo profesional tras la renuncia del técnico argentino Jorge Almirón. En tres meses conquistó con Nacional el título de la Copa Águila, pero se cortó ese interinato con la llegada del brasileño Paulo Autuori.

En 2021 el elegido como técnico en propiedad del plantel principal fue Alejandro Restrepo, que llevaba dos años en el club. Y cuando se dio la salida de su colega, Herrera estaba relegado y sin equipo dentro de la institución. “De arepa” le llegó el equipo profesional.

“No tenía equipo, me querían retirar. Fue una sorpresa muy grande cuando me llamaron, pero fue un reto bueno, que me gustaba. Los jugadores me dieron la mano”, contó Herrera, el artífice de las estrella 17 y el Arriero forjado en el ADN verdolaga.