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Liga Águila

¿Qué le falta al Nacional de Lillo para convencer?

Su idea de juego resulta atractiva, pero aún no termina de asentarse para mostrar resultados. Necesita ajustes para conseguir un triunfo redondo, el punto de partida para ganar en confianza.

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¿Qué le falta al Nacional de Lillo para convencer?

La frase "jugamos muy mal" aún retumba en la familia verdolaga, que está expectante al Atlético Nacional de Lillo, en medio de una transición que ha dejado más dudas que certezas en los casi tres meses que lleva la era del entrenador español con el actual campeón de la Libertadores, la Liga y la Copa Águila.

Este ciclo ha estado marcado por altibajos: partidos bien jugados y otros con lunares, poca efectividad, caídas con Santa Fe, Junior y DIM que en algo equilibran los triunfos frente a América y Millonarios. Unas de cal y otras de arena. Pero en el que se ha visto un claro compromiso de los jugadores por apropiarse del estilo de juego y mostrar que sí pueden apersonarse del exigente juego de posición y posesión al que le apuesta Lillo.

De ese fútbol bonito que produjo la era Rueda poco queda. Tampoco se evocan esas victorias abultadas de la era Osorio, aunque bien podrían estarse repitiendo si los delanteros lograran traducir en goles todo lo que producen. Ahí ha faltado fortuna.

Al estilo Lillo, ese que no se casa con módulos y mucho menos con posiciones fijas, le han salido varios los detractores, entre ellos algunos románticos que añoran esos récords de victorias, pero que olvidan que este estilo de juego, en el que cree firmemente la plantilla, exigen algo más que un semestre para poder conseguir los resultados.

No obstante, este Nacional intenta estar a la altura. El tercer lugar en la tabla de la Liga así lo refleja, pese a que el golpe de la eliminación con Patriotas en la Copa aún lo atormenta. Nadie puede discutir las continuas llegadas al área, la buena producción de opciones y el encanto de tener al rival metido en su campo, además de esa apuesta por recuperar allí mismo el esférico.

Por momentos, parece que solo le ha faltado suerte o aprovechar cuando tiene a los rivales contra las cuerdas, a pocos centímetros de propinarles ese golpe de nocaut con su importante nómina. Pero en otros, como sucedió ante Millos, el libreto se pierde quizá en ese afán de querer conseguir ese triunfo redondo que no dé lugar a dudas y que avale por completo esta etapa.

Al Nacional de Lillo, que la ha pasado mal cuando no regresa bien, le falta afianzar un equipo titular que logre mecanizar los movimientos y entender con propiedad la importancia de producir fútbol interno para hacer daño por las bandas, pues allí tiene jugares para lastimar.

Otro aspecto que necesita el cuadro verde para ganar aceptación es conseguir, de una vez por todas, la eficacia. Si sus jugadores ofensivos logran entrar por completo en sintonía con el gol, la probabilidad de ganar aumentará, incluso así se presenten partidos como el de Millonarios, que lo puso al límite y lo llevó a optar por un fútbol directo y desconocido para muchos.

A ese tema del ataque, se debe sumar una mejoría en la defensa, que no ha estado del todo mal, pero que por el estilo que impone Lillo debe rayar en la perfección para sacar adelantes los duelos que se le presentan en un estilo en el que Henríquez, Aguilar y Cuesta, entre otros, quedan muy expuestos frente a los atacantes rivales.

Por último, para generar en su afición la misma credibilidad que le profesan los jugadores, Lillo necesita que los refuerzos empiecen a marcar diferencia, especialmente los extranjeros. Aún Gorka Elustondo, que tiene buenos comportamientos y calidad en sus pies, no da ese salto de calidad que en el pasado dieron hombres como Alexander Mejía. Tampoco se ha podido disfrutar de ese joven talento Ronaldo Lucena, por esa lesión con la que se unió a su nuevo equipo.

Algunos chispazos interesantes han soltado Steven Lucumí y Andrés Rentería, pero aún cumplen las expectativas que se tienen con ellos para volver a hacer de este Nacional un equipo de talla internacional, implacable con sus rivales y que agrade al espectador.

Al cuerpo técnico, que también necesita que en los juegos se muestre todo el trabajo en pelota quieta que realizan en las prácticas, le corresponde hacer pequeños ajustes para volver a activar esa máquina de ganar que añora la afición, para defender el título de la Liga, convencer y mandar señales para la Libertadores 2018.