Andrés Iniesta está cerca de su gran objetivo: jugar el Clásico

Siempre, desde un primer momento, Andrés Iniesta tuvo como objetivo jugar el Clásico. Lo hizo después de una durísima y fea entrada de Enzo Pérez, capitán del Valencia, la tarde que el Barça volvió a ganar en Mestalla en el último minuto. El manchego se echó al suelo y golpeaba con rabia el puño sobre el césped: intuía que la lesión podía ser grave. Los servicios médicos del equipo elaboraron un primer diagnóstico que a la postre fue definitivo: el medio se hizo una lesión parcial en el ligamento lateral externo y en la cápsula posterior con un tiempo especificado de recuperación de entre seis y ocho semanas.

Iniesta nunca se vino abajo. La lesión era complicada y la molestia, según comentó él de manera privada, “constante”. Pero nada le quitó fuerza. Echó una mirada al calendario y comprobó cómo el próximo sábado (día 3) se cumple el primer mes y medio de ausencia con el equipo, el primer plazo estimado por los médicos. Se fijó esa meta y desde ese primer momento no paró. La recuperación se fijó en varias fases: una primera de reposo, la segunda de recuperar movilidad, una tercera de reforzamiento de la zona y una siguiente que le valió para salir al campo de entrenamiento y combinar ejercicios que acababan disputando rondos con sus compañeros. Para ello la sombra de Juanjo Brau, preparador físico del equipo, fue necesaria en los momentos bajos y exigente cuando vio que podía apretar para llegar a tiempo a la cita ante el Madrid. La meta está más cerca.

Iniesta completó ayer la sesión sin ningún problema, aunque Luis Enrique no lo podrá citar para ir a Alicante para jugar en Copa: arrastra una sanción por tarjetas de la pasada temporada, después de ser amonestado en la final del Calderón ante el Sevilla.