Las horas más tensas y duras entre Estados Unidos y Colombia: “Está más loco que Maduro”

Colombia y Estados Unidos estuvieron al borde de una guerra comercial que, de paso, pudo haber acabado con una de las relaciones bilaterales más sólidas de América. Así lo narra Juan Diego Quesada en el diario ‘El País, el periódico global’, donde relata, minuto a minuto, cómo fue el actuar de Gustavo Petro, que dejó perplejos a varios miembros de su gabinete.

Quesada cuenta que, desde las tres de la mañana, hora de Colombia, el canciller Luis Gilberto Murillo y su equipo de trabajo preparaban la agenda de trabajo del día, cuando recibieron mensajes con preguntas del presidente Gustavo Petro sobre lo que habían hecho México y Brasil con los aviones que llevaban ciudadanos deportados, con esposas en manos y pies. “Los funcionarios se pusieron a prepararle un informe”.

No obstante, sin informar a nadie y con la sorpresa de todo el equipo del Ministerio de Relaciones Exteriores y varios miembros más del gabinete, el presidente publicó el trino de la polémica: “Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio”.

“El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, permitió que aterrizara en su país un avión con deportados, pero a continuación envió a Washington una nota de protesta. Los inmigrantes habían llegado con esposas en pies y manos, como si fueran terroristas. A Petro le hirvió la sangre al leer eso”, cuenta Quesada dentro de su relato.

“Cuidado, Trump está más loco que Maduro”

Al enterarse de la negativa del aterrizaje de los aviones de la Fuerza Áerea de Estados Unidos, el presidente Donald Trump “sacó todo su arsenal para responder a Petro. El conflicto escaló de cero a cien. Trump ordenó imponerle un arancel del 25% a todos los productos importados de Colombia y revocarle los visados a todos los miembros de su Gobierno”.

Pero Petro no se quedó atrás. Sin modestia alguna y sacando a flote sus conocimientos de historia, decidió responderle al recién posesionado presidente de los Estados Unidos: “Su bloqueo no me asusta” y declarándose como uno de los últimos Aurelianos Buendía, citando ‘Cien Años de Soledad’.

“A su alrededor, sin embargo, la gente trataba de mantener la calma. Una guerra comercial con Estados Unidos tendría un impacto muy grande en la economía colombiana, un lujo que, a año y medio del fin de su mandato, el presidente no se podía dar. La dificultad estaba en convencerle de que todo se trataba, en realidad, de un malentendido que se debía resolver por la vía diplomática”, continúa narrando el periodista Juan Diego Quesada en ‘El País, el periódico global’.

Pese a que el presidente de la República es reacio a negociar sus principios y sus creencias en un nuevo orden mundial, sobre las 03:00 p.m. se reunió con el actual canciller, Luis Gilberto Murillo; su mano derecha y futura ministra de Relaciones Exteriores, Laura Sarabia; Jorge Rojas y, también, Daniel García-Peña, embajador de Colombia en Estados Unidos. Los cuatro intentaron, por todas las vías, hacerle entender a Petro que la solución a su descontento era por la vía diplomática.

Mientras Murillo hablaba con el secretario de Estado, Marco Rubio, “se sucedieron llamadas a congresistas y personas cercanas a Trump que podían mediar. Los funcionarios colombianos explicaron que a Petro le había molestado que los deportados viniesen encadenados de pies y manos, pero que no era necesario convertir esto en un asunto personal. Colombia ya había lanzado el anzuelo, ahora tocaba esperar. Sobre las 9 pm, Rubio llamó y dijo que Trump daba por zanjado el asunto, no impondría las sanciones”. Así concluyó la disputa y, por ahora, la tensión está disipada.

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