La barriguita de los 30: Médico experto en longevidad explica qué significa y cómo evitarlo
Cambios sutiles en la rutina diaria pueden tener un impacto profundo en la salud física y mental al iniciar la adultez.


A los 30 años, muchas personas comienzan a percibir un aumento de grasa abdominal: la llamada “barriguita de los 30” es una realidad que afecta a quienes llegan al famoso ‘tercer piso’ y aunque para algunos puede traer implicaciones médicas, muchos otros la padecen debido a razones de hábitos.
Para José Viña, catedrático de Fisiología en la Universidad de Valencia y autor de La ciencia de la longevidad: Cómo vivir para envejecer mejor, este cambio no es una coincidencia, sino es un signo del envejecimiento que está iniciándose a partir de esa década.
Viña explica tajante: “¿Cuántas veces se dice que ha echado la barriguita de la felicidad porque se ha casado? No, la ha echado porque ha pasado los 30 años y ya está envejeciendo”. Según su experiencia, en ese punto el cuerpo disminuye su capacidad metabólica, lo que favorece la acumulación de grasa visceral si no se toman medidas.
¿Comer rápido incrementa la posibilidad de tener ‘la barriguita de los 30′?
Un hábito clave que destaca Viña es comer demasiado rápido. En su libro, advierte que “es importantísimo comer despacio… si como deprisa, como demasiado. Y esto es un error tremendo”. Un ritmo acelerado no sólo favorece la ingesta excesiva: impide la correcta digestión y el efecto de saciedad, lo que potencia el aumento de volumen abdominal.

También aborda la gestión del tiempo como factor determinante de la longevidad saludable. Viña aconseja: “No rellenes el tiempo libre con más y más actividades. Es el camino equivocado. Programarte el día significa elegir cuidadosamente qué tienes que hacer para hacerlo despacio y bien. No pienses que debes organizarte para hacer más cosas. Eso te lleva al camino absurdo, al círculo vicioso de hacer más y más y más hasta que uno se vuelve loco”.
Por ejemplo, factores como el estrés crónico, que deriva del exceso de ocupaciones, incrementa la producción de cortisol, altera el metabolismo y frena los procesos regenerativos.
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Desde su perspectiva, el envejecimiento no avanza de forma lineal, sino por “fases”: los 30, los 40 y los 60 marcan etapas clave donde el cuerpo cambia drásticamente. Por eso, asegura que el cuidado debe comenzar pronto, así que para frenar el estrés, el médico y autor propone tener en cuenta estos dos factores:
- Comer despacio: masticar con calma mejora la digestión, saciedad y permite detenerse ante señales de plenitud.
- Una dieta basada en alimentos tradicionales: rica en frutas, verduras, pescado y aceite de oliva
- Una correcta hidratación: al menos 1,5 L de agua al día para asegurar la función renal e intestinal.
- Gestionar mejor el tiempo: priorizar actividades esenciales y evitar el exceso para reducir estrés y preservar el descanso.
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