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En cada partido, resulte bueno o para el bostezo, es necesario hacer ejercicio sobre quienes se destacan o sorprenden. En el partido entre Rionegro y Bucaramanga, dos jugadores me llamaron la atención. Daniel Cataño en los búcaros, un volante con buen manejo de balón y por su misma estatura le gusta jugar a ras de piso. Siempre está intentando ocupar espacios vacíos para recibir el balón libre de marca. Jugadores como él, cuando tienen buenos fundamentos técnicos que se aprecian en la manera de recibir la pelota, manejarla, pararla, etc.

Por el perdedor vi a Juan José Mezú, quien con seguridad no encontrará en su trasegar arqueros "colaboradores " como Jorge Bava. Pero los tiros libres directos bien ejecutados para anotar dos veces.

En el primero, es probable que le haya faltado a un hombre en la barrera de Bucaramanga. En el segundo, de costado, defensas y arquero se pusieron a pensar en que sería responsabilidad de otro y allí pecaron.

Otro golazo fue el del veterano Félix García y después su compañero de zaga, Peralta dio el triunfo. No con calificación de golazo, aunque de enorme valor.

Pasando a otro tema, el de los técnicos, es bueno buscar que ocurre. A Boyacá Chicó, ni Sierra, ni Pimentel, ni el que pongan consiguen poner a funcionar el equipo. Sin puntos en seis juegos es comenzar ya a pensar seriamente en el descenso.

No conozco el técnico-mago, que llegue y enderece el caminado de un grupo. Esto porque lo más fácil y tradicional es echar al técnico. ¿Y los jugadores, qué? Uno sabe que ellos muchas veces se ponen de acuerdo, sin reconocerlo, para ir sacando al jefe-orientador. Es ahí donde la presencia de un dirigente capaz y malicioso, se requiere. Para llamar la atención de los jugadores y comprometerlos y convencerlos de poner lo que hay que poner para jugar.

Por supuesto que en el caso del Chicó no es fácil encontrar la solución. Todo, porque Eduardo Pimentel es dueño, presidente, técnico.

Y por el lado de Millonarios, que tiene 8 puntos en seis partidos y eliminado de la Copa, debe estudiar el caso de Israel, pero también el de los jugadores. ¿Qué pasa? ¿Qué les molesta? ¿No entienden las orientaciones del uruguayo? ¿O es que no "quieren jugar" porque les incumplen en los pagos?

Cambiar por cambiar al técnico no es el camino. Sacarlo por razones serias, válidas, vale...