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América

Aníbal Hernández: “Trato de dejar el corazón en la cancha”

El uruguayo protagonizó una jugada de poesía en el quinto gol del América ante Orsomarso. Habló con AS.com sobre su dinámica y sus días como albañil.

CaliActualizado a
El uruguayo llegó al América en junio de 2015.
Colprensa

Aníbal Hernández enciende el televisor, valora la entrega de sus colegas referentes (Arévalo Ríos, ‘Palito’ Pereira y ‘Cebolla’ Rodríguez) y se pregunta, si estos monstruos que están millonarios dejan la vida en la cancha, uno ¿por qué no lo voy a hacer yo?

Por ello el uruguayo de 29 años de edad (29 de junio de 1986), asegura: “siempre trato de dejar el corazón en la cancha. El cariño y apoyo que nos expresa la gente del América es muy gratificante, es un motivo para salir a ‘morder’. Cuando salís a la cancha y ves a la gente alentando, no te queda otra opción que dejar la vida”.

El uruguayo valora su estadía en el América y lo demuestra con su entusiasmo en el campo. Funcional, actúa en la primera línea del mediocampos, como extremo por ambos costados y llega a posición de gol.

Es un esforzado; así se levantó viendo a sus padres laborar en un negocio de frutas y verduras. “Se rompieron bastante el lomo para criarnos a mis hermanos y a mí”, comenta. Y así lo continuó haciendo Aníbal Gabriel, desde que llegó al mundo su primogénito, Gabriel. “Tenía 17 años, jugaba en la Luz (Primera B) y no contaba con recursos, entonces, decidí irme a trabajar. Me tocó hacer unas changuitas de albañil, iba a la construcción, cuando finalizaban los campeonatos”, rememoró el hoy jugador del América.

En su cuello, sobresale el nombre Martina, un tatuaje en honor a su hija. Así, tiene cubierto su cuerpo con las imágenes y nombres de sus familiares, como también, con una imagen de la Virgen.

Hernández dice que desea quedarse “mucho tiempo en el América” y lo sostiene tras mirar atrás y encontrarse con tantas situaciones adversas en su carrera. “Estoy acostumbrado a remar, porque me tocó la fea en varios planteles: En Racing de Montevideo, cuando arreglé mi primer contrato en primera división, jugué seis meses y luego tuve una discusión con el técnico, y no me inscribieron para el siguiente torneo. Me tuve que ir a Deportivo Maldonado (segunda división). Muchas veces pensé en dejar el fútbol, hubo muchos momentos de tristeza, se me cruzaron mil cosas por la cabeza, pero siempre mi familia estuvo en las malas”.

Al América llegó a mediados del pasado año, junto a su coterráneo Rodrigo Canosa; lo hizo como jugador libre, luego de que expirara su contrato con Defensor Sporting, que lo había cedido a préstamo a Fénix y Cerro. Entonces, “América se movió rápido y por fortuna hoy estoy acá”, concluyó.