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Santa Fe vs. Huracán

¿A Santa Fe le alcanza el fútbol para ser campeón de la Copa?

El Rojo encara el partido más importante de su historia con la ilusión de mejorar el juego. La Sudamericana está a una victoria, pero para ganar se necesita algo más que empuje y coraje.

BogotáActualizado a
Wilson Morelo no marca gol con Santa Fe desde el 30 de septiembre de 2015.
MARCOS BRINDICCIREUTERS

El último gran partido de Santa Fe fue hace dos meses. El 3-0 sobre Junior, por la fecha 15 de la Liga, representó el punto más alto del equipo en el semestre.

Aquella noche en El Campín, con un Luis Quiñones inmenso, se conjugaron la seguridad en defensa, el equilibro en el medio y la contundencia en ataque. Partido redondo, desde lo futbolístico y lo numérico, que entregó la mejor versión defensiva y ofensiva en 'la era Pelusso'.

Esa fue la última vez que Santa Fe marcó tres anotaciones. A partir de ahí el equipo perdió la ruta del gol y la lucidez con la pelota.

Tal vez el histórico triunfo sobre Independiente, en la ida de cuartos de la Sudamericana, le compite a ese 3-0. Quizá no en la calidad del fútbol y la efectividad en el arco contrario, pero sí en la disciplina táctica y la autoridad para controlar el juego. Ese día en Avellaneda, todavía con Quiñones en el plantel, el Rojo tuvo fútbol, coraje y mucho corazón.

Allí, precisamente, es donde se juntan los dos aspectos fundamentales del cambio del chip: la ausencia de un jugador diferente y desequilibrante y el espíritu de lucha que predomina sobre el talento.

Santa Fe no está jugando los partidos. Los está luchando, los está batallando y los está aguantando. Lo hizo contra Luqueño, en la ida (1-1) y en la vuelta (0-0). Lo demostró en los últimos juegos de la fase regular de la Liga. Y lo ratificó en la cancha de Huracán y en el estadio Metropolitano.

A este Santa Fe no le sobra nada. Hace lo justo con lo que puede y con lo que tiene. Ha preferido la simplicidad y la eficacia por encima de la calidad y la excelencia. Eligió el fútbol pragmático, sencillo y práctico, en parte porque las circunstancias lo obligaron a eso (lesión de Ómar Pérez, salida de Luis Quiñones y regreso en deuda de Ómar).

El problema de eso es que no siempre alcanza con el empuje y el coraje. A veces hace falta una pequeña dosis de talento e inspiración para triunfar y hacer historia, sobre todo cuando se está en la final de un torneo internacional y tan cerca de alcanzar la otra mitad de la gloria.

¿QUÉ DEBE HACER SANTA FE PARA DAR LA VUELTA EN EL CAMPÍN?

Santa Fe hizo lo que tenía que hacer en la ida, desde el juego y desde el resultado.

La estrategia y el planteamiento funcionaron de maravilla: confundió a Huracán, lo aguantó cuando tenía que aguantarlo y peleó el partido cuando había que pelearlo. Pelusso siempre tuvo claro el libreto y los jugadores lo desarrollaron a la perfección.

La recompensa de eso fue un empate 0-0 que dejó al equipo a una victoria de la Copa.

Pero ahora en casa, con la tribuna roja, el apoyo de la gente y la obligación de siempre, la cosa es a otro precio.

Santa Fe, en el partido más importante del semestre, del año y de la historia, nuevamente debe cambiar el chip para salir a jugar el partido. No a lucharlo.

Si hace lo segundo seguramente le abrirá las puertas del éxito a su rival que, con más fuerza que técnica, intentará llevar el combate al alargue y a los penales.

Si elige el primer camino, el de imponer las condiciones desde el primer minuto, el de las pequeñas sociedades en el medio campo, el del balón al piso y el de los pases filtrados al vacío para un goleador que no volvió a marcar porque el equipo no volvió a explotar sus virtudes, estará más cerca de la primera corona continental.

Si el DT decide poner a Ómar Pérez desde el arranque, será él el encargado de guiar al equipo en la mitad de la cancha y dejar a Wilson Morelo mano a mano con el arquero como tantas veces lo hizo en El Campín y por fuera de él. Ahí está la clave del triunfo y la llave del gol si el argentino y el monteriano coinciden en la cancha.

Si Pelusso no cambia la fórmula y vuelve a dejar al 10 en el banco, la responsabilidad será compartida entre Luis Manuel Seijas, quien ha tenido un buen semestre y parece brillar más cuando no está Ómar Pérez, y Juan Daniel Roa, que reaparecerá tras su ausencia en Parque Patricios por acumulación de amarillas.

En esa pareja colombo-venezolana está el liderazgo, el equilibrio, la generación de juego y el eje del funcionamiento ofensivo. Roa, volante todo terreno de ida y vuelta por la derecha, es un 'tiempista' por naturaleza que sabe correr la cancha y pasar al ataque con autoridad y determinación. Y Seijas, mediocampista de buen pie y con buena pegada, se ha convertido en el socio de todos y en el volante 'llegador' del momento.

Lo que sí deben entender ambos, cada uno con su armadura y desde su posición, es que a Wilson Morelo hay que marcarle el camino con pases filtrados al vacío y entre los centrales. Ahí es donde se hace más fuerte y donde más daño hace. Seguro que en uno de esos balones, que él sabe recibir fuera del área y controlar con sus botines hasta sentirse cómodo en las 18, llegará el reencuentro con el gol, el grito de victoria y el abrazo con la copa.

Fútbol, coraje y corazón. Esas son las tres palabras que Santa Fe necesita para ganarle a Huracán y llevarse la Sudamericana.

Corazón siempre ha tenido y coraje le ha sobrado. Solo falta la dosis de fútbol para alcanzar la otra mitad de la gloria y cerrar con broche de oro la época más gloriosa de su historia.