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Si no hay plata para la Fórmula 1, que haya talento

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A los cuarenta años Juan Pablo Montoya se alista para comenzar este domingo en el circuito en San Petersburgo, su tercera participación consecutiva en la IndyCar. Pondrá su Chevrolet en marcha como el subcampeón de la categoría y el dueño de la carrera más emblemática, las 500 Millas de Indianápolis.

Su trayectoria como piloto es más que admirable. A los 26 compitió por primera vez en la Fórmula 1 en la que tuvo siete victorias, trece poles, en seis temporadas.

Se fue en 2006 y la silla para los colombianos en la máxima categoría sigue vacía. El sueño de la nueva generación de Gabby Chaves, Sebastián Saavedra, Carlos Muñoz, Oscar Tunjo y Gustavo Yacamán, es competir en la F1. Siguen en su lucha porque conseguir uno de las 20 plazas requiere una alta inversión en millones de dólares. En febrero, Renault sacó al venezolano Pastor Maldonado por atrasos en el pago del patrocinio de PDVSA. Según la BBC, por 50 millones de dólares.

Yacamán dijo la semana pasada que “la Fórmula 1 es imposible para todos los pilotos colombianos a menos de que se acabe el fútbol colombiano. Si se acaba y todo el dinero que tiene el fútbol se lo invierten a un piloto, si puede llegar a la Fórmula 1. Se requiere plata". Bavaria, patrocinador de nuestro fútbol pagó 85 mil millones de pesos por cinco años.

A Juan Pablo le pasó lo mismo mientras luchó por su sueño. Y llegó por su sus condiciones al volante. Audaz bajo la lluvia, siempre sacó ventaja porque aceleró en la curvas y domesticó los bríos de motores de hasta 400 caballos en las pistas más emblemáticas del mundo. Contó en la Revista Bocas que en la Fórmula Vauxhall, las inferiores de la F1, recibió el visto bueno del tricampeón Jackie Stewart para correr en su escudería sin pagar millonadas.

Le bastó el talento. Eso es suficiente para correr en la máxima categoría del automovilismo.